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Estas fiestas me gustan un montón, tú. Son de un santo chorvo, San Juan, creo que le llaman, en una islita cartagenera, Menorca, al lado de Mallorca, y las pasas fetén, tú, y hay caballos y todo, y los vecinos te invitan por el careto, y el cura y el señor son los mandamases. Yo me voy y duermo sobre avellanas y punto pelota, y es guay del Paraguay, no, lo siguiente, tú, molón, molón, es la caraba, a base de pallofas hasta la coronilla, tú, curda no, pocho te pones. De órdago, de dislocarse de risas y la bofia y todo lo comprende, tú, que estamos de jarana, que no hay que ser meapilas, y para menear el bigote queso y sobrasada a tutiplén y unas ensaimadas que te cagas, tú, y los caballos encabritarse y los payeses, tú, te hablan en una lengua rara que sólo se entienden entre ellos y tú, qué pasa, tío, y las chorbas, un culeo, tú, madre del alma me moriría, las guarrindongas, fu, habrase visto, buenísimo, tío. Y ganado por todas partes, un mar de gente y en el puerto puedes chupendar a troche y moche y si no te apetece, tú, si te entra mal marisco te quedas allá abajo y le das a las mirillas porque hay de todo que ver y mucho más, un montón, un verdadero montón discotequero, y la cosa dura horas y horas, todo es más lento que un desfile de cojos y lo hacen en dos días, y te quedas con las gambas destrozadas de tanto chulear, tú, que si no ligas eres más tonto que Pichote, que se vendió el coche para comprar gasolina.

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Ya en el barco, para venir, todo es choteo, una burrada de panolis que vienen de los exámenes esos y paga papá, ele, todos golfantes, y todos con el estómago en los pies de pura hambre, porque con la pallofa te entra hambre, porque a todo quisque le va la marcha, y todas se te ponen a huevo, ninguna te da con la puerta en las narices, tío, te puedes poner como el Quico. Yo tengo un amigo que es un cacho de pan, tiene la sangre de horchata, no había visto una gachí ni por el forro, y aún así se puso las botas y quedó hecho una fosfatina, vamos, que se quedó frito dentro de una fuente de tanto mover el mapamundi, ni que fuera un ligón de playa, tío. Vamos, te digo que el tío es más pesado que matar un cerdo a besos y cuando oía el tambor y el flautín pegaba unos saltos que daban grima, tú, era capaz de hacer el salto del tigre en plena qualcada que es lo que le llaman a eso, que los tíos entre la ropa que llevan, el sombrero y las botas no sé cómo no se funden al sol. Te digo, tenemos que quedar para el safari ese, que mola un montón.