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¿Cómo están queridos lectores? Espero que, con el ánimo alto y con más ganas que nunca de compartir unas cervezas. Que sí, que son tiempos oscuros en el viejo continente, pero no olviden que los seguidores del pintor austriaco de singular bigote - como le llamarían los medios de comunicación que se niegan a llamar nazis a los nazis – fueron los que perdieron la guerra. Cierto es que antes de perderla asesinaron a millones de personas y generaron un sufrimiento infinito que parte de Europa ha olvidado cuando no han pasado ni cien años. En fin, europeíto desnortado el que desconoce su historia y por lo tanto está condenado a repetirla.

Queda claro que cada cabecita es un mundo. Las conexiones neuronales, de haberlas, que rigen nuestros actos van, muchas veces, a su bola. Otro ejemplo de cabecita loca: ya me contarán que pasó por la mollera de la persona que se tatuó unas rotondas en el brazo para mostrar su amor por Menorca. No se tatuó una taula, o una paret seca, o una playa virgen, ni tan siquiera una sobrasada, no, el tipo pensó que lo más característico de esta bella roca eran unas rotondas.

Creo que, si se tuviera que tatuar algo característico de Menorca hoy en día sería una masa de gente abarrotando una playa, o perfeccionar esas rotondas tatuándose entre una y otra un buen atasco, o quizás tatuarse una casita de la isla con el lema: «la verás, pero no la catarás, esta reservada a fondos buitres que la reconvertían en hotel con encanto para uso exclusivo de los que manejan pasta de verdad de la buena». Queda muy largo para un tatuaje, pero igual si se lo pone con caracteres chinos le cabe. Ahora, que elija bien al tatuador, que alguno por trolearle le puede poner «soy un rollito de primavera» en chino y no se iba a enterar en la vida. Hasta que tal vez un día viajará a Pekín a ver la gran muralla y todo el mundo se partirá de risa al ver al europeíto vacilar de tatuaje sin tener ni puñetera idea de mandarín.

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Cuando era pequeño se contaba una broma chorra sobre el origen de la palabra Madrid, se decía que venía del latín «ma» que significa mucho y «drid» que significa semáforos, Madrid la ciudad de los muchos semáforos. La verdad es que la palabra Madrid tiene origen árabe, ahora les va a explotar la cabeza a los patriotas de banderita en muñeca y cuenta en Suiza. La palabra rotonda sí que viene del latín rotondus que significa redondo. Y así se sirve una bonita batalla entre dos enemigos irreconciliables, los que son del equipo rotondas y los que son del equipo semáforos. Puestos a hablar de estúpidas batallitas que le quitan el foco a lo importante, esta es más inocua que otras que nos venden.

Yo si fuera por amor incondicional me tatuaría una botella de la mejor cerveza del mundo, efectivamente, la Grahame Pearce de Sant Climent, aunque de momento prefiero bebérmela. Como hubiera preferido que la oxidada Europa hubiera conectado mejor las neuronas para no repetir lo peor de su historia. Pero solo son las preferencias de un flipado que le ha puesto un título idiota a este artículo. Lúpulo y feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com