TW

El hartazgo por saturación es algo difícil de soportar. Si uno se come cinco merengues seguidos, pongamos por caso, estará en peligro de sufrir un cólico o algún otro trastorno digestivo, puesto que cinco merengues son una barbaridad. Yo ya estoy temblando solo de pensar que este verano será olímpico, lo cual significará una aglomeración de medallas y récords realmente insufrible. Pero esto no pasa únicamente con los deportes –sobre todo para aquellos a los que no nos gusta el deporte–, sino, como iba diciendo, con todo lo que nos llega en exceso.

Por ejemplo, la semana pasada tuvo lugar la Fira del Llibre, un acontecimiento muy esperado por escritores, editores y libreros. Me parece bien que una vez al año se reúnan todos los actores de las letras y celebren su fiesta. Pero esto no deja de suponer una saturación creativa como la copa de un pino. «Tots es masses fan mal», decía mi abuela, la mujer más sensata del mundo. Demasiadas presentaciones, conversaciones, lecturas y, en definitiva, demasiada escritura. Desde que, siendo una joven valiente e inspirada, leí el poema de Charles Bukowski «¿Así que quieres ser escritor?», llegué al convencimiento de que cualquier aspirante a escritor que se precie debería cumplir, si no la totalidad, sí la gran mayoría de condiciones que señala.

Este poema, uno de mis preferidos, podría servir para cualquier otro oficio, artístico o no. Debería servir, más bien. Porque así todo sería más liviano. «Si no te sale ardiendo de dentro, a pesar de todo, no lo hagas». «No seas como tantos otros escritores (…), no te consumas en tu amor propio». «(…) a no ser que quedarte quieto pudiera llevarte a la locura, al suicidio o al asesinato, no lo hagas». No puedo reescribirlo entero aquí. Si quieren saber más, léanlo. No satura en absoluto.