¿Cómo están, queridos lectores? Espero que mejor que Juanito Sofá, que se pasa el día tumbado y ya se está planteando ir al gimnasio porque le cuesta levantar el mando de la tele. Y espero, también, que más tranquilos que Pedro Cortisol que se pasa el día corriendo de un sitio a otro y diciéndole a todo el mundo que no le da la vida.
Ahora podría soltar la manida frasecita esa que hay escrita en el oráculo de Delfos: «todo en su justa medida». Podría ir de listo y decir que la sabiduría está en el punto medio y bla, bla, bla. Pero como ya sabrán este no es un artículo de autoayuda y además pienso que a veces el medio, la equidistancia, es una mierda. Si usted quiere morir de aburrimiento aplastado en su sofá, adelante con eso, si usted quiere morir infartado para que la gente diga lo productivo que es, adelante con eso. Si usted quiere ir de gurú dando lecciones de equilibrio y coherencia, váyase a freír espárragos, a hacer puñetas, o a donde da la vuelta el viento, pero manténgase lejos por favor.
Me recordó mi amiga Cuca un eslogan que se vio en las manifestaciones del 8 de Marzo, a saber: «Dad gracias por que pidamos justicia y no venganza», a la que ella me añadía que quizás ya va siendo hora de más venganza y menos justicia. Pues creo que tienen toda la razón. Ven como me importa un carajo el punto medio. Con el punto medio no se consiguió acabar con la esclavitud. Con el punto medio no se consiguió el sufragio universal. Con el punto medio no se consiguieron las leyes que protegen a la infancia. Con el punto medio no se avanza en la igualdad real en derechos y deberes entre mujeres y hombres. Con el punto medio no se co nsiguió un solo derecho laboral. Y para cerrar los ejemplos, con el punto medio no se consiguió la variedad cervecera IPA, hubo que arriesgar y darle fuerte al lúpulo para que surgiera semejante maravilla.
Se está ejerciendo una violencia extrema contra los más vulnerables, la punta del iceberg es el genocidio que sufre el pueblo palestino a manos del Estado de Israel. Y detrás vienen los millones de personas aplastados por la pobreza que causa este turbo capitalismo, que se dedica con pasión a aumentar exponencialmente la desigualdad entre los que lo tienen todo y los que no tienen absolutamente nada. Pero ya ven, los asalariados que están bien han olvidado la clase social a la que pertenecen y están más cerca de una maléfica persona que se sube a un podio para ser agasajada como la jefa de una siniestra dictadura, que de otro asalariado. Sí, la que dejó morir miles de ancianos mientras su familia se forraba de forma fraudulenta, esa.
Sin embargo, millones de personas han decidido ser como Jaime Masoca que le encanta votar a los que le van a dejar sin médico para él y sin escuela para sus hijos. Que se piensa que el marqués, porque es de su mismo país, le va a apoyar frente a los extranjeros cuando se sabe de toda la vida que los marqueses solo se apoyan entre ellos. Que se piensa que comprando unas criptomonedas comerá en la misma mesa que los mil millonarios. Que piensa que eso de la pobreza es cosa de vagos, pero en cuanto se le rompe el coche tiene que pedir dinero prestado. En definitiva, que se piensa que defiende la libertad cuando lo cierto es que va a toda hostia hacia sus cadenas.
Resumiendo, menos punto medio y mas punto G. A ver si nos relajamos un poquito, recordamos quienes somos, dejamos de darnos bofetadas entre nosotros y ponemos la energía en tumbar a los que nos explotan. Lúpulo y feliz jueves.
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