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Por exceso o por defecto, que la memoria puede perjudicar la salud mental lo sabemos desde hace milenios. No hace falta explicar los esfuerzos desesperados de la humanidad a causa de la memoria, tanto para conservarla como para lograr el olvido, y los traumas mentales derivados de ambas cosas. Ya en la mitología griega, Mnemósine, diosa personificación de la memoria, una titánide hija de la Tierra y el Cielo, tras gozar nueve noches con Zeus, fue madre de las nueve musas, sin las cuales no hay conocimiento, ni cultura, ni belleza. No hay nada, tal es el poder de la memoria. Pero al mismo tiempo, Mnemósine también es el nombre de un lúgubre río del Hades, es decir, del inframundo. Del infierno. Un lugar poco recomendable para la salud mental. Lo que significa que hace casi tres mil años los griegos ya sabían todo lo que hay que saber de la memoria. Ahora la palabra memoria está de moda, como la salud mental, y a la ley de memoria del Gobierno opone la derecha la suya propia, que pretende revocarla, porque nadie sabe ya qué es la memoria. Lo han olvidado de tanto pugnar por imponer la suya, paso previo a imponer su relato mitológico, que es en lo que consiste actualmente la política.

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Un desastre para la salud mental, pues si cualquiera tiene ya suficientes problemas con su propia memoria, imagínate con la de los demás. Casi siempre nos saca de quicio la memoria del prójimo, tanto si como es frecuente no se acuerdan de nada, como si se ponen a recordar cosas que jamás sucedieron. Parece mentira que con tanta atención como dedicamos a la salud mental (depresiones, ansiedades, etc.), ignoremos que es precisamente la memoria la que suele generar tales trastornos. Algo que hasta Freud sabía hace un siglo. En serio, si alguien quiere recordar algo, que lo recuerde; si prefiere olvidarlo, que lo olvide. Las leyes deben ocuparse de los actos humanos, no de lo que la gente tiene en la cabeza, sea cierto o falso, bueno o malo. Sean musas o un río infernal. Qué hacemos con ello es lo que importa, no qué pensamos. Allá cada cual con su memoria, que menudos disgustos nos da sin ayuda externa. La mía me tiene frito. De la moda de la salud mental me callo. Ni sé qué es eso.