No valdría la pena hablar de Vox, si no fuera porque se ha convertido en un factor de inestabilidad para los equipos de gobierno a los que dice apoyar con sus pactos, principalmente el Govern pero también el Consell.
Esta semana se ha vivido un capítulo más de esta crisis interminable, que contiene algunas claves para interpretar la situación en Menorca. No se trata de valorar sus ideas y acciones políticas sobre memoria histórica o elección de lengua en los centros docentes, sino las formas, de la división y enfrentamiento interno, de su hundimiento como partido, de la incapacidad de la dirección nacional para resolver su caos interno y la indisciplina. Vox se encuentra en un callejón sin salida.
Ya opiné que la crisis del grupo parlamentario se cerró en falso. Y ahora se ha comprobado. La renuncia de Ribas y Rodríguez a la portavocía de su grupo, viene precedida por el anuncio de que crean la asociación Avanza en Libertad, junto a Buadas, que solo cuenta con tres socios. Aunque lo nieguen, tiene toda la pinta de ser la plataforma para crear un partido político, el regreso al pasado, antes de que Actúa de Campos se integrara en Vox.
Los dos representantes de la dirección nacional que han viajado a Mallorca esta semana, Enrique Cabanas y Montse Lluís, podrían haberse ahorrado los billetes. Venían con la idea de recuperar a Xisco Cardona, quien descartó la propuesta en pocas horas. No va a hundirse con Vox, sin que le den el timón de la barca, sin que nadie ponga orden.
Lo que ha sucedido esta semana demuestra también que a Vox lo que pasa en Menorca no le importa ni le interesa. Tiene un flamante coordinador, Santiago Barber, que no mueve ficha. Y una consellera y concejala, Maite de Medrano, desaparecida, con la que el presidente estaría todavía negociando, aunque no sabemos ni qué negocia, ni cómo, ni cuándo, ni para qué. Menudo panorama.