25/02/24 4:00
Lo que nos fascina de la muerte (ajena) y del mal y sus plasmaciones literarias, cinematográficas e incluso radiofónicas (el éxito de los pódcast dedicados a los crímenes reales es un fenómeno reciente espectacular) es la posibilidad de matar impunemente. La mayoría de veces no leemos las novelas negras con ánimo de descubrir quién es el asesino, sino para sentirnos, por un día, asesinos.