El domingo por la mañana, en un día tibio, soleado y primaveral, salí un momento de casa a tomar el aire, comprar los periódicos, tabaco y hacerme con un par de llonguets por si acaso (nunca se sabe cuándo necesitará uno más aire, o un llonguet), y en un trozo de calle de cincuenta metros, observé paseantes domingueros con abrigo y bufanda, otros digamos de entretiempo, y algunos incluso con camiseta de manga corta. En la cola del pan tenía delante a un tipo con chaquetón polar y aspecto despistado, y algo más adelante una chica con tirantitos, hombros desnudos y pantalón corto (¡en el mes de febrero!), cuya mirada confusa, parecida a la que veces muestran las bailarinas de un show o la propia cantante, expresaba la extrañeza que le provocaba su propia liviana vestimenta. En lo más crudo del invierno, no lo olvidemos.
Oraciones
No saben en qué mundo viven
15/02/24 4:00
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