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23-II-24 martes

La actualidad del día me involucra sentimentalmente con la noticia (mala) del despido de Fernando Savater del diario «El País» después de una dilatada trayectoria en el buque insignia de PRISA del que era fundador. Aunque últimamente no solía compartir sus opiniones vertidas en el periódico, la noticia me disgusta porque desde que contacté con él, siendo vicepresidente del Ateneo, las muestras de su calidad humana (de la intelectual ya ni hablo, es abrumadora), trascienden sobremanera lo meramente académico. En una carta del 18 de febrero de 1983 me explicaba sus dificultades para venir a la Isla por su sobrecargada agenda. Además, añadía, con su peculiar sentido del humor, que «mis principios me impiden dar una conferencia sin cobrar, ¿dónde quedaría entonces mi reputación de sofista?».

No sé cómo me las apañé, pero en conversaciones posteriores logré convencerle para que viniera sin cobrar, algo tendría que ver que, sabedor de su afición hípica, le organizara una tertulia, previa a su conferencia, sobre «Trote enganchado versus galope libre». Ni que decir tiene que el Ateneo de Mahón lució sus mejores galas con gente desparramada por la escalera de acceso a la sala de actos. A partir de aquí, logré que viniera en una segunda ocasión en las mismas condiciones, es decir sin cobrar, y la cosa quedó en un intercambio de cartas, primero, y e-mails posteriormente a los que suele responder, hasta hoy, día de la ingrata noticia, porque si Fernando ha sido mi pensador de cabecera durante mucho tiempo, el diario «El País», como «Es Diari» desde el pleistoceno, me acompaña desde su primer número y me ha permitido colaborar en sus páginas durante varios años, y lo más importante: aprender mucho, porque aunque muchos se empeñen en negarle el pan y la sal (Savater incluido), sigue siendo un periódico de calidad. Es por este cúmulo de circunstancias que hoy es un día triste para el dietarista, que nunca podrá olvidar que en otra ocasión le pedí a Fernando unas líneas para un amigo íntimo, admirador acérrimo de las savaterinas, que a la sazón estaba muy enfermo. A los cinco minutos de habérselo pedido, el fax empezó a vibrar con una carta de su puño y letra dirigida a mi amigo y que permaneció en su mesilla de noche hasta el    final de sus días...

25-II-24 jueves

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Mientras simulo que correteo por el jardín para quedar bien conmigo mismo, escucho accidentalmente, pero con todo respeto y atención una entrevista a la presidenta de la Comunidad de Madrid en    ¡Catalunya Radio!, donde me esperaba escuchar una sarta de esas capciosas ocurrencias que suele servirle en bandeja su spin doctor, el muy avispado y trumpista Miguel Ángel Rodríguez; bien al contrario, la presidenta de Madrid se muestra    inteligente, contenida, juiciosa y diría que institucional… No solo no habla de lo mucho que le gusta la fruta, sino que tan siquiera nombra al frutero mayor. Defiende con argumentos el adelgazamiento del Estado, la bajada de impuestos y la única nación española, es decir, el ADN de un partido conservador que se precie. A mi juicio, la presidenta Ayuso solo patina a la hora de enjuiciar el asuntillo de la «Operación Cataluña» que despacha al más puro estilo «GAL», es decir otorgando al Estado (y sus cloacas) la impunidad absoluta a la hora de defenderlo utilizando la guerra sucia. Lástima.

26-II-24 viernes

De niño escuché una frase a mis mayores que me llamó la atención: «En nuestro país o quemamos iglesias o nos bañamos en agua bendita». No sé quién la pronunció, pero lo cierto es que se quedó cincelada en mi memoria, y hoy la veo refrendada un día tras otro en el devenir de nuestro país de países, enzarzado en discusiones tremendistas sobre la incesante ruptura de España o las diversas humillaciones, golpismos al por mayor y traiciones históricas que se producen en su seno, cuando, según el catedrático de ciencia política por la universidad de Oxford Víctor Lapuente, «nunca España ha tenido tanta paz social, con menos huelgas que nunca, con Cataluña y el País Vasco que son una balsa de aceite en comparación con décadas atrás, y salimos de la crisis pandémica e inflacionaria en los primeros vagones de las economías avanzadas, no en el usual furgón de cola». Claro que lo escribe en «El País» y el amigo Fernando diría que huele a chamusquina…

1-II-24 jueves

Salgo a encargar el libro de Savater («Carne gobernada» edit.Ariel), desencadenante del despido... Y también «El País» del día, periódico al que su presidente de honor Juan Luis Cebrián pone de vuelta y media en sus propias páginas, al igual que    otros destacados colaboradores a quienes no les gusta nada Sánchez, pero por lo menos no insultan. Con todo, larga vida a Fernando Savater y al diario «El País» que me han enseñado tanto.