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Final de 1958 e inicio de 1959. El cine seguía siendo el espectáculo preferido, donde se refugiaban cientos de Mahoneses. Tras unos días navideños en compañía del circo, como cada año, el escenario del Teatro Principal bajaba de nuevo la pantalla al servicio del cine.

La película de aquel año era una producción francesa «El vendedor de felicidad» una estampa navideña como reza la publicidad del programa de mano.

El mismo día 31 en un tiempo ‘récord’ tras la proyección del film, los trabajadores del recinto quitaban todas las butacas y llegaba la orquesta de turno. Se iniciaba el baile de fin y entrada de año nuevo. Calefacción central asegurada.

El día 1 de nuevo continuaba la proyección de la película y se volvían a colocar las más de doscientas butacas, una vez limpio todo de serpentinas, papelitos, restos de uvas...

Muchos aún siguen ahí para contarlo. Increíble pero cierto.