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El caso Neurona, que investigaba una supuesta corrupción de Podemos, fue cerrado por el juez hace unos días después de tres años de investigación que no ha conducido a nada. Es sintomático que ninguno de los grandes periódicos de derechas, que llenaron sus portadas hace un tiempo alertando de la «más que probable corrupción», se haya hecho eco de la noticia. Es evidente que era mejor tildar a Iglesias (investigó hasta a las niñeras de sus hijos) y su banda de ladrones corruptos que ahora desmentirlo tras ser archivado.

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También llama la atención que desde Sumar no se pronuncien. Sería un gesto de caballerosidad para esconder la ahora turbia relación entre ambas formaciones. El caso se podría haber cerrado mucho antes, ya que un informe pericial determinó que no existía ninguna irregularidad de Podemos con la consultora mexicana Neurona durante la campaña electoral de 2019, pero el juez se empeñó, con tozudez y obstinación, y porque quizás no tuviera otra cosa mejor que hacer que tocar las narices, en buscar algo en lo que aferrarse. Las constantes auditorías no han hallado nada, con que se han ido archivando una detrás de otra y todo porque el juez quería que el testimonio de un abogado que trabajó para Podemos fuera tenido en cuenta cuando no aportaba ni un ápice de veracidad. Tan sólo decía que había oído que tal y pascual, rumores nomás, tras haber sido despedido por el partido, hecho que ya debería ser lo bastante sospechoso para un magistrado.

El resentimiento en ocasiones monta unas tramas que pueden equipararse a las de un guionista de Hollywood. Sin embargo, la del caso Neurona era de una simpleza y banalidad tal que a esta un ciego podría ver que solo se trataba de una campaña de desprestigio. Como aquella de M.Rajoy en la libreta de Bárcenas. (Es una broma).