La retrocognición no tiene nada que ver con la memoria, ni siquiera con esos borrosos fantasmas de la memoria que nos recuerdan cosas que jamás sucedieron. Se trata de un raro fenómeno psíquico paranormal consistente en el conocimiento de sucesos del pasado, que no ha podido adquirirse ni inferirse por medios naturales y normales. Digamos una especie de clarividencia retrospectiva, que en lugar de adivinar el futuro, adivina el pasado. El término fue inventado por el poeta, filólogo y vagamente psicólogo británico Frederic W.H. Myers, inventor también de la telepatía y fundador en 1882 de la célebre Society for Psychical Research (Sociedad para la Investigación Psíquica), entre cuyos miembros hubo cerebros tan notables como Yeats, Jung, Conan Doyle o el Nobel de Medicina Charles Richet, un racista chiflado padre a su vez de la metapsíquica, ciencia encargada de explicar lo inexplicable. Enterarse por estudios bíblicos de que Jesucristo se fue al desierto para orar, ayunar y ser tentado durante cuarenta días, no es retrocognición sino aprendizaje.
Retrocognición
08/12/23 4:01
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