Reina por un día

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El programa tuvo mucha popularidad y está considerado como el primer reality show de este país. Por eso dijo Valentí Puig que conseguir un gran premio era ser coronado como reina por un día, porque por un día una novela puede pasar del anonimato a la popularidad, sin que se sepa si en realidad es buena –la calidad se le supone–, y un autor puede hacerse famoso de la noche a la mañana, sin que la fama le esté asegurada en el futuro. La otra manera de conquistar la fama es morirse. Nunca nadie fue tan bueno como después de muerto. Lo malo es que incluso esa fama póstuma resulta efímera, porque con el paso del tiempo la memoria del fallecido se va perdiendo, a menos que haya creado una obra imperecedera.

Sin embargo, cuando menos lo esperas las cosas buenas llegan, según un adagio popular que Gabriel García Márquez se encargó de mejorar cuando dijo: «No te esfuerces tanto, las mejores cosas suceden cuando menos te las esperas». Pero en el colegio a mí me enseñaron que «a Dios rogando y con el mazo dando» (no decían dónde había que dar con el mazo). Pero puedo dar fe de que el hecho de obtener un gran premio es ser reina por un día. No te ponen la corona, pero con un poco de suerte hasta te sacan en el ¡Hola! Es como salir en todas las redes sociales al mismo tiempo, que tu voz suene en todas las emisoras y tu cara aparezca en todas las televisiones. De repente hasta eres importante. Te preguntan qué vas a hacer con el dinero y dices que vas a dar tres vueltas al mundo, aunque no dé para tanto ni mucho menos. Por decir que no quede. Pero ¿y el libro? El libro, ¿quién se acuerda del libro ni qué niño muerto?