En EEUU están preocupados por la epidemia de fentanilo. Circulan vídeos horripilantes sobre sus efectos. El epicentro está en Kensington, Filadelfia, pero su expansión es muy difícil de controlar. 70.000 fallecidos solo en 2021. Si una muerte nos parece una tragedia, imaginen a toda esa gente y a sus familias. Las imágenes de los adictos parecen sacadas de una película de terror. Hoy el narcotráfico tiene más poder que muchos Estados, estén unidos o no.
Demasiados actúan por causas ajenas a su voluntad. Las adicciones producen esclavos sin iniciativa propia. Aunque lo racionalicen y justifiquen de mil ingeniosas maneras, están atrapados sin ser conscientes de ello.
Hay quien no puede salir de TikTok, de los mensajes del móvil, de una secta o de las consignas del partido, de la telebasura, de diversas drogas o de una relación perniciosa. El odio causa también una dependencia destructiva. En el caso de estas sustancias que están tan en boga, los efectos que producen incluyen: felicidad extrema, aletargamiento, sedación, pérdida del conocimiento y muerte. Lo que empieza como una búsqueda del placer o de ausencia completa de dolor, acaba con la anulación total de la persona.
Cuando te centras en tu propio bienestar y te quedas desligado del resto de la comunidad, te conviertes en un zombi. Deberíamos reflexionar sobre el tema.
Perderíamos el miedo a los muertos vivientes y nos daría más miedo ser un viviente muerto.
