Decía Ortega y Gasset, refiriéndose a asuntos profundos como el lenguaje, que los herederos suelen ser un poco estúpidos. Disfrutan de aquello que no se han esforzado en conseguir y, si encima son desagradecidos, la cosa no tiene remedio. La Constitución española, para los que tuvieron que construirla en su momento, fue un dificilísimo juego de equilibrio y mesura, no exento de dolor. Éramos conscientes de que todo podía irse al traste en cualquier momento. Pero eso, ¿cómo se lo explicas a los que únicamente se han beneficiado de su existencia? Nos ha dado mucho y justo es reconocerlo y valorarlo. Pero a partir de un cierto día, el consenso se rompió y el frágil equilibrio logrado empezó a hacer aguas. Se volvió a la división absurda que tantas veces padecimos y todo el edificio democrático amenaza ruina.
Sin flash
La Constitución perdida
10/09/23 4:01
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