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La llegada a la Plaza de la Biosfera del Partido Popular está aportando más leña al fuego de algunas de las decisiones que adoptó el gobierno anterior en cuestiones de trascendencia o de menor relevancia pero igualmente significativas.

Los nuevos conselleres del equipo que dirige Adolfo Vilafranca han cuestionado sobre todo la gestión de las áreas de Movilidad, Cultura y, más recientemente, la de Medio Ambiente. Se da el caso de que las tres estuvieron dirigidas por Més per Menorca lo que podría sugerir una cierta fijación de los nuevos gobernantes, en las antípodas de los postulados que defienden los ecosoberanistas.

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Sin embargo, en la controversia sobresalen capítulos que alimentan el desencuentro entre unos y otros, aunque lo importante no sean sus diferencias sino la repercusión para el dinero público de los menorquines.

El departamento de Movilidad se estrelló en la carretera general y dejó a la ITV en huelga indefinida, para más señas. Al de Medio Ambiente le estalló el caso de los residuos de Milà en las narices, y el de Cultura, en una política marcada por discutibles inclinaciones catalanistas, con subvenciones controvertidas pero que responden a la filosofía de su formación, resulta que entregó casi 100.000 euros para una asociación de danza oriental que ha acabado en los juzgados. Son cuestiones que, seguramente, podrían haber tenido otro enfoque con el que aplicar soluciones diferentes y obtener mejores resultados como sí lograron en otras.

El parking fotovoltaico de Fornells, arrasado por la borrasca ‘Betty' el domingo, es la última revelación que pone en entredicho el papel de Medio Ambiente y Reserva de la Biosfera del anterior mandato. La fabricación de los pilares, con una altura inferior a la requerida, y la solución de añadido para completarlos, aceptada por los responsables del departamento, parece una chapuza cuyas consecuencias ya conocemos. No es otro gran ejemplo de gestión precisamente.