Un reciente análisis de la Generalitat de Catalunya sobre la liquidación del modelo de financiación autonómico correspondiente al ejercicio 2021, y que se ha cerrado en 2023, ofrece resultados de interés. En primer término, la capacidad tributaria de las regiones arrojan cifras que ya conocíamos: Madrid, Balears y Catalunya encabezan el mayor esfuerzo per cápita (la media nacional es 2.679 euros, y el dato para Balears es 3.248 euros). Se persiste en una tendencia que se ha visto en años anteriores, de tal manera que las regiones más ‘ricas' –pongámoslo así– aportan más per cápita al sistema. En segundo lugar, si pasamos ahora a los recursos que se perciben, siendo la media nacional de 2.910 euros per cápita, Balears clava el dato: está en esos 2.910 euros per cápita, es decir, está en la media, ocupando el puesto 9 sobre el conjunto de las regiones, por delante de Catalunya, Madrid, Canarias, Andalucía, Murcia y País Valencià.
El modelo aprobado en 2008 –y que se debería haber renovado en 2014–, prueba, una vez más, que Balears ha llegado al objetivo que se planteó en las islas desde la sociedad civil –con el Cercle d'Economia como pivote básico– hasta el propio Parlament: estar en la media de financiación per cápita. El president Francesc Antich lideró la negociación provechosa. Llevamos ya varios años, con ligeras oscilaciones, en este estado: siempre muy cercanos o superando la media nacional. Ello ha permitido obtener recursos importantes para la economía pública balear, en fases de expansión de nuestra economía, cuando se han generado incrementos en las recaudaciones fiscales (IRPF, IVA). Y todo esto se ha traducido en asignaciones presupuestarias más expansivas, particularmente en sanidad y en educación.
No sabemos cuándo se abrirá el melón de la nueva financiación. Pero lo que está claro –los números de los últimos años son elocuentes, tanto los de Fedea-CSIC, como los de la Generalitat de Catalunya o los del Ministerio de Hacienda– es que la negociación de Balears debe partir de una premisa diferente de la conocida en 2007, cuando iniciamos las negociaciones del modelo: ya estamos en esa media. Y, desde ahí, debemos mejorar.
En tal sentido, trabajar en la ordinalidad del modelo –que es complejo– deviene una línea estratégica a seguir: estar en la segunda posición por aportación y en la novena por recepción debería ajustarse. Esto junto a la incorporación de otros parámetros de medición: el coste que la población flotante supone al sistema público de salud balear. Pero, atención, no será una buena estrategia presentarse al Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) reclamando más dinero si, en paralelo, se reducen las posibilidades de ingresos fiscales por rebajas de impuestos. Eso no se aviene con la corresponsabilidad fiscal. Y, de no cumplirse con los parámetros exigidos en el CPFF, las regiones afectadas deberán hacer un plan de ajuste. Que suele pasar por subir o crear algún nuevo impuesto. Esto se sabe. Se conoce. El discurso de contraste está hecho: «usted me pide más recursos, pero recorta los que podría obtener vía tributaria». Atentos a todo ello.