No sé a usted, mi querido y paciente lector, pero a mí, la más que probable vuelta de la derecha al poder me proporciona una gran paz interior, parecida a la que sentí siendo un niño, ingenuamente crédulo de todo lo que me inculcaban padres y educadores, el día de mi primera comunión. ¿Se ha parado a pensar en la tranquilidad de espíritu, la sensación de bondad infinita que vamos a transpirar por todos nuestros poros una vez liberados del yugo sanchista?, ¿se puede uno imaginar una vida sin el dichoso falcon surcando nuestros cielos?
Yo ya me veo abriendo por la mañana «Es Diari» sin temor a encontrarme rodeado de ogros con pezuñas y colmillos anunciándome la España rota, roja, depredadora y nazi separatista del mega dictador, mentiroso compulsivo, ególatra impenitente Pedro Sánchez, sino mecidos suavemente por miríadas de ángeles y arcángeles cantando a coro las excelencias del nuevo/viejo orden dentro de la España milenaria, sin rastro de ese perverso sanchismo que casi se nos lleva a todos por el sumidero.
¿Se ha parado a pensar, mi querido y pertinaz lector, lo que puede ser una vida con un Pedro Sánchez derogado y vilipendiado, bajo la firme y magistral batuta del gran derogador gallego? ¿Qué importancia tiene el hecho de que, aparte de derogar, no tengamos ni idea de lo que pretende hacer con España, después de la orgía derogatoria? ¿Acaso, querido amigo, no es capaz de vislumbrar la ola benéfica que se va a extender sobre la vieja piel de toro una vez devuelto el poder a quienes les corresponde por orden natural? Hasta Jehová pondrá su granito de arena amansando a sus huestes más levantiscas, y así llegaremos a ver a sus legendarios caudillos de prietas indumentarias con vestimentas más holgadas, predicando la estabilidad institucional donde antes prometían el vuelo rasante de la espada justiciera. Todo un alivio.
Y lo más sublime: perderemos de vista las diatribas sobre la intrínseca perversidad del manoseado sanchismo que llenan páginas y páginas, incluidas las cartas de los lectores que habitualmente se refieren a cuestiones más domésticas. No sé si leyó, dilecto amigo, la carta que un lector dirigía hace unos días a la directora de «El País». Se la transcribo resumida para que compruebe la magnitud de la catástrofe que ha perpetrado el sanchismo: nada más y nada menos que enloquecer a quienes se acercan a él en un vano intento de resaltar sus virtudes. Atención:
«Por lo que veo, quizá el sanchismo es un señor que se ha atrevido a hablar con secesionistas de tú a tú sin cinismos para acercar posturas extremas, hacer frente a una pandemia con resultados sensatos de la economía atacada, llevar a cabo políticas sociales en momentos muy difíciles de nuestra historia, además de hacer un papel muy digno en el mundo. Quizá sea esto el sanchismo que se critica pero que yo alabo. Aunque algunos de los que me lean piensen que soy un rojo peligroso o proetarra, a mi edad me da lo mismo».
Afortunadamente perderemos pronto de vista a esos tontos útiles que excusan a Sánchez por sus ignominiosas mentiras y sus nefastas políticas en aras de la estabilidad. Otra impagable liberación. ¡Ah! Y Mahón City será «Villa Hache» por los siglos de los siglos, sin atisbos de la nefasta catalanidad que la ha tenido asediada durante los últimos lustros. La lengua menorquina (como la lluïsera, migjornera, y tutti quanti) recuperará su esplendor abjurando de la imposición del forastero barceloní. Volverán expresiones de siempre como ceniceru (per cendrer), llaveru (per clauer) o locu (per boig), que es como hubiéramos terminado todos si se prolongara un día más el pérfido sanchismo.
En fin, es tal la magnitud del alivio que los españoles de bien vamos a experimentar que, sin más que añadir, me retiro bajo el ullastre centenario y que sea lo que Dios quiera (todos sabemos de qué parte está). Amén y bon estiu a tothom.
PS. Escribe el periodista anglo español John Carlin en «La Vanguardia»: «La desproporción entre lo que es y ha hecho Sánchez comparado con la rabia que despierta me deja perplejo». Me too.