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En Arenys de Mar –Sinera para Espriu– existe la festividad de «la Virgen fumadora»: La Mare de Déu fumadora. Coincide con la festividad de la Purísima, o de la Inmaculada Concepción, cada 8 de diciembre. Es un día de permisividad, y todos los niños y niñas tienen licencia para fumar. Pero se trata de matalahúga y de simiente de hinojo (batafaluga i grana de fonoll). Sin embargo algunos niños llegan a fumar tabaco barato, mezclado con matalahúga o sin mezclar, envuelto en papel de periódico o en una pipa de caña. La fiesta tiene un origen incierto, pero viene de antiguo. Hay quien recuerda la relación existente entre el tabaco y la divinidad, presente en las creencias de los pueblos primitivos de América, para explicar que se trata de un viejo ritual de iniciación religiosa. El humo sagrado ayuda a comprender los misterios de nuestros orígenes y nuestro mundo. Y no hay humo más sagrado que este.

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Podría haber titulado este artículo «Licencia para fumar», en estos tiempos en los que no necesitamos licencia para nada, con permiso de la OCU, Organización de Consumidores y Usuarios. Las cajetillas de tabaco ya avisan: «Fumar mata». Pero no dicen nada de la Virgen Fumadora. En nuestra sociedad occidental hemos divinizado curiosas costumbres. Hemos convertido el Solsticio de Invierno en Navidad y el de Verano en las Fiestas de San Juan. Y el ritual de Arenys de Mar en la Virgen Fumadora. Yo recuerdo que en los años cincuenta y sesenta se daba un cigarrillo a los niños cuando había un banquete de boda. Muchos niños y aun niñas aprendieron a fumar así. No había conciencia de que el tabaco fuera perjudicial, y las cajetillas no ponían nada. Ni siquiera advertían que el tabaco rubio era a menudo de contrabando. Y Sarita Montiel cantaba que fumar es un placer genial, sensual en la canción «Fumando Espero». Por cierto que a ese tango la censura le eliminó una estrofa que decía: «Tras la batalla en que el amor estalla, un cigarrillo es siempre un descansillo y aunque parece que el cuerpo languidece, tras el cigarro crece su fuerza, su vigor». No estaba bien dar ideas, no fueran a agujerear las sábanas con el cigarrillo. Hoy en día en lugar de sacralizar o prohibir tendemos a decir que es perjudicial. De este modo el que quiera fumar se arriesga a morir de cáncer de pulmón, de insolación en verano o de pura pulmonía en invierno, a base de fumar en la acera. O bien viajar a Arenys de Mar para fumar el día de la Virgen sin tener que subir al cielo.