Y lo demás son pamplinas, ganas de buscar la originalidad y pretender quemar en la hoguera de lo absurdo conceptos que son inmortales. Y aunque reconozco que ya hemos dejado atrás ese día lo tenía adosado a mi mente y quería darle salida. Cuando el pasado 19 me llamaron mis hijas a primera hora de la mañana para decirme «felicidades porque eres una persona especial», debo confesar que se pusieron de punta los pocos cabellos que me quedan.
Mis hijas acababan de ser imbuidas por el petardazo que el día antes había soltado una maestra a sus pequeñajos, diciéndoles que ya no iba a ser el día del padre sino el día de «la persona especial» y no es que tenga nada en contra de las personas especiales ni mucho menos pienso que para los hijos no lo seamos, pero eso de las anulaciones y sustituciones ya es otro cantar. Yo invito a mis hijas y a los hijos de todos los padres a que sigan considerándonos personas especiales simplemente porque lo somos, como los de antes y los de ahora, siempre que hayamos sabido inculcar en ellos esos valores que por desgracia están despareciendo o lo que es peor, están siendo manipulados en lúgubres laboratorios en busca de formularios carentes de todo sentido y con el único fin de desdibujar su verdadera esencia, porque no olvidemos que nuestros hijos son y serán el día de mañana el espejo de todo aquello que les hayamos enseñado. Ya para quienes se fijan solo en detalles sin entrar en el fondo, es cierto que también es un día «comercial», como lo son carnaval, Papá Noel, Reyes Magos, etc, pero qué diablos, ¿es que queremos que nuestros comercios pierdan ventas cuando las crisis están pegando zarpazos a diestra y siniestra?