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Escribo esto en jueves, Jueves Lardero o sea como el primer día de Carnaval. Mi instinto conservador me decía que tenía que haber elegido otro día para que las musas acudieran a mis neuronas, que entre tanto disfrazado, confetis y serpentinas ellas no estaban por la labor y yo tampoco. No obstante y haciendo poco caso a todo ello, me puse a tomar nota de todo aquello que iba revoloteando a mi alrededor. Pedí un cortado muy caliente y de repente se me acercó algo parecido a un marciano que luego resultó ser marciana y tras el primer amago de susto me depositó en la taza de mi humeante bebida unos cuantos y coloridos confetis.

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Uno que no tiene costumbre a enfrentarse cada día con algún alienígena, me pilló en blanco sin saber cómo reaccionar, le suelto un inocente «¿y tú de qué vas»?, y claro, me encontré con la esperada respuesta, «de marciana, ¿o es que no lo ves»? Pensé por un instante si su mala o inocente milk era debida a que fuera una superviviente de alguno de esos ovnis que las fuerzas aéreas de EEUU persiguieron y derribaron hace unos días o simplemente era una adolescente disfrazada que disfrutaba con eso de echarte confetis en tu café y malograrte el desayuno.

Me acordé de su familia, debo reconocerlo, y quién sabe si incluso fueran marcianos o fantasmas, de esos sin sábana ni cadena con bola en tobillo que pululan en cualquier época del año disfrutando en hacerte la puñeta dando sustos de infarto y sin gracia alguna sí, de esos que usted y yo nos encontramos a diario.