Tiquismiquis es una palabra que se refiere a alguien muy escrupuloso con la comida, o también a una persona que siempre pone reparos de poca importancia. Algunos sinónimos podrían ser delicado, quisquilloso o remilgado. Lo de ser tiquismiquis con la comida es frecuente en los niños, pero lo cierto es que a veces nos encontramos con mayores que no han crecido en ese sentido y tienen manías con el color de la comida, con la manera de cocinarla, con el origen o el animal de la que procede o incluso con la marca de los ingredientes envasados. Ahora mismo existen fijaciones con los cultivos ecológicos, con las granjas, las piscifactorías, los congelados, etc. Muchas son completamente respetables, otras son como rizar el rizo. Los jamones pueden ser de bodega, de recebo o de bellota. Los huevos están numerados según su calidad, y según la vida que han llevado las gallinas. Pero existen personas que no comen conejo, por ejemplo, por pura aprensión psicológica. Una vez alguien estaba disfrutando muchísimo con unas tajadas de conejo relleno y dijo: «¡Qué pollo tan bueno!». Cuando supo que no era pollo dejó de comer. Otra vez alguien, convencido de que era pollo, repitió de conejo como si tal cosa. Cierto, los vegetarianos tienen a menudo razón en el trato que les damos a los animales domésticos. La necesidad de alimentarnos es a menudo cruel: no podemos comer tierra. Cuando los cerdos se mataban en casa para alimento de la familia mi madre me dijo una vez: «Dios puso a los animalitos en el mundo para que pudiéramos servirnos de ellos». Don Fernando Rubió decía que las sobrasadas que servía a sus invitados eran «de los cerdos de la familia».
Les coses senzilles
Tiquismiquis
23/01/23 4:00
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