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El puente de la Constitución nos lleva, sorteando las embravecidas aguas del enfrentamiento político, hasta nuevas celebraciones. Celebramos lo que somos. De momento, una democracia europea. Pero también lo que queremos seguir siendo. Y a finales del 2022, la cosa se diversifica. Desde Halloween y Black Friday hasta los que renuncian a celebrar lo que no va con ellos.

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En sociedades plurales no es obligatorio seguir tradiciones ni compartir ideas. Lo que surgió por motivos religiosos puede devenir en acontecimiento comercial o consumista. Hay que reconocer que la cohesión social es cada vez más difícil. La tendencia nos lleva a ir cada uno por su lado. Vemos más lo que nos separa que aquello que nos une. Aglutinar o disgregar son fases por las que pasan la mayoría de sociedades. En democracia, podemos consolarnos pensando que no tenemos nada que no hayamos elegido.

Somos capaces de hazañas maravillosas, como mandar un robot a explorar la superficie de Marte, a 56 millones de kilómetros. Imposible lograrlo sin trabajar en equipo. También somos capaces de lo peor. No voy a poner ejemplos para no amargarles el día. Me gustaría centrarme en las cosas buenas que tenemos, para animarme. Soy muy sensible y la estupidez me pone malo, la ignorancia me irrita y la maldad me descompone. El antídoto es no anclarse en lo negativo, como el odio o el resentimiento, y descubrir las cosas buenas de la vida. Les deseo Feliz Navidad.