Les coses senzilles
Si pudiera
Viejo amador, invierno con flor. Pero eso resulta difícil. Es más fácil esto otro: mal retoza el viejo con la moza. ¿Por qué se me ha ocurrido esto? Porque vi hace unos días filmaciones antiguas en las que Felipe González tenía el pelo negro, cantaba Cecilia «Mi querida España» y Nino Bravo «Un beso y una flor», Adolfo Suárez decía «Puedo prometer y prometo», imperaba el cine de destape en «La Trastienda», con María José Cantudo, o «La lozana andaluza», con Maria Rosaria Omaggio y en tantas otras películas y Miquel Roca ya era calvo. Era en ocasión de los cuarenta y cinco años de los Pactos de la Moncloa. Ya ha llovido, como quien dice. En cuarenta y cinco años puede llegar a llover mucho, pese al cambio climático. Entonces pensé, Dios mío, también las películas envejecen, pese a que captan la inmediatez de un instante. Envejece el vestuario de los actores, envejece la moda, incluso envejece el vocabulario de los políticos –era algo posterior, pero me faltó el Es-pa-ña-va-bien de Aznar- y hasta envejecen los desnudos, no porque los que antes éramos jóvenes seamos ahora viejos, sino porque ya no se lleva la tupida pelambrera entre las piernas, ni la melena a lo Antoine (Muraccioli), el cantante francés que fue un referente para su generación. Si no me creen, echen una miradita al Serrat del setenta y siete y luego al actual. Ya saben: dentro de cien años todos calvos. Por cierto, a todo esto en los Pactos de la Moncloa se llegó a un acuerdo sobre la reforma de la economía, sobre la actuación jurídica y política, se acordó la libertad de prensa y se prohibió la censura previa entre otras cosas.
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