Un matrimonio surinamés, residente en Paramaribo, vuela directo, desde el Aeropuerto Internacional Johan Adolf Penger, a Menorca de vacaciones gracias a que nuestra isla ha alcanzado una fama internacional que la coloca en el primer destino turístico del mundo, el eslogan para atraer a sus chorrocientosmil visitantes anuales es «La isla de la calma», hay que ir en autobuses abarrotados a cualquier rincón de Menorca, pero eso sí, con mucho sosiego.
Pues bien, Patrick e Ingrid, que así se llama nuestro matrimonio, contrataron a un guía local que además de hablar neerlandés, tenía más morro que un oso hormiguero y mentía más que un neoliberal hablando de derechos humanos. El guía local se llama Benito nacido en Parla, pueblo feo pegado a Madrid, pero se hacía llamar Charlie y se presentaba como oriundo de Lauterbrunnen, un bello pueblo de Suiza, porque dice que es más comercial. Charlie fue contratado para enseñarles toda la belleza, la historia y la gastronomía de Menorca, incluidos sus rincones secretos, aunque Charlie sabía que Instagram había terminado con todos los rincones secretos de la bella isla del Mediterráneo.
Así Charlie les contó que Menorca tenía la mejor sobrasada del mundo, que para subir a Monte Toro se había construido recientemente un teleférico para evitar los tres mil escalones que te llevan a la cima donde encuentras un bello templo budista. También les dijo que las fiestas más famosas de toda la isla eran las de Sant Joan, y que la bebida típica de las fiestas es la cerveza artesana que se fabrica en Sant Climent, antiguamente eran la pomada, o gin amb llimonada, pero eso traía muchas discusiones y se llegó a un consenso insular, porque los menorquines son muy de consenso y así lo demostraron en el diseño y ejecución de su carretera general (aquí va un emoticono de carita con ojo guiñado).
Charlie siguió todo el día con una verborrea embaucadora y plagada de mentiras y medias verdades. Patrick e Ingrid regresaron a su casa unifamiliar en Paramaribo, y repitieron todas las trolas que Charlie les había colado, además de colgarlo en las redes sociales. Pronto todo aquel fake sobre Menorca se hizo viral y venían millones de personas a ver el templo budista de Monte Toro o a beber las deliciosas cervezas Graham Pearce de Sant Climent, en el primer caso se mosqueaban como monos ante la engañifa y en el segundo caso pensaban que el viaje había merecido la pena solo por poder saborear un bebida de dioses.
¿Artículo plagado de absurdeces queridos lectores?, pues más absurdo es tragarse los eslóganes de los explotadores que se presentan como antisistema y patriotas, cuando son el puñetero stablishment de toda la vida y odian a su país con toda su alma, por eso en cuanto pueden se llevan los euros a paraísos fiscales, al fin y al cabo yo he escrito más verdades que mentiras. Sin embargo, a pesar de las evidencias, millones de personas se tragan las majaderías de los ultraneoliberales y les apoyan incondicionalmente, más absurdo imposible.
Vale, es verdad, viendo las mierdas que nos quieren imponer dan ganas de emigrar a Surinam y pedirle alojamiento a Patrick e Ingrid, pero enseguida uno piensa que este país, esta isla, es tan nuestra como suya, y que además somos superiores moralmente a ellos, porque a nosotros nos preocupa que una persona espere un año para ser operada y no que un rey espere cinco minutos en una limusina, ellos son más de defender coronas y nosotros hospitales públicos, fin del debate. Lúpulo y feliz jueves.
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