Les coses senzilles
Mientras vivas, brilla
No hace mucho Matías Quetglas me mandó noticia de la presentación de su película «Mientras vivas, brilla» en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, donde él mismo estudió en su juventud. La película es del año 2020 y está dirigida por el propio Matías Quetglas, con guion suyo y de Jesús Gázquez. Matías se apresuró a confesar que se trata de una película intimista, que le muestra a él mismo en sus lugares de trabajo, a él mismo y a sus cuadros, lo que en algún sentido debe de ser lo mismo (ya se sabe: «por sus obras les conoceréis»). Matías ha contado que cuando oyó la frase que da título a la obra quedó impresionado y quiso ponerla como título a la película. La frase pertenece al epitafio de Seikilos, la composición con notación musical entera más antigua del mundo: data de doscientos años antes de Cristo. El epitafio dice: «Mientras vivas, brilla, no temas nada en absoluto. Que la vida dura poco, y el tiempo exige el final». Es un título bonito, y algo difícil de poner en práctica, porque vivir no resulta fácil, y brillar aún menos. Díganselo, si no, a Van Gogh, a Kafka, a John Kennedy Toole, incluso al mismísimo Mozart. Esos brillaron más después de muertos. Normalmente la sociedad se deja deslumbrar por lo manido, por lo ya asumido o fagocitado, por lo fácil, y es más fácil brillar con lo aceptado, incluso con lo superado, que con lo nuevo, lo auténtico, lo rompedor y una sarta de adjetivos parecidos. Incluso las industrias de las que, no nos engañemos, sigue dependiendo el arte, apuestan más fácilmente por lo aceptado porque es más remunerador.
También en Opinión
- El experto desaconseja tanto el consumo de agua embotellada como tener ósmosis inversa en casa
- Agustí Rodríguez: «Si llega a Menorca una sequía como la de los años noventa podría ser catastrófica»
- «Los menorquines pueden transmitir hoy las herencias en vida a sus hijos»
- Vientos de 90 kilómetros por hora y una ola récord de más de 12 metros: el rastro del temporal en Menorca
- Alojar un temporero en casa para llegar a fin de mes: la fórmula de cada vez más menorquines