Vía libre
La ley del embudo en el empleo
El Consell y sus entes, los consorcios de residuos y energía, el sociosanitario y el de suelo rústico, emplean a 603 personas. La corporación insular es un gigantesco centro de trabajo, junto con el área de salud y el aeropuerto es con seguridad de los mayores de la Isla. Ahora, obligado como el resto de administraciones por la ley 20/2021 a reducir la temporalidad de sus plantillas a un máximo del 8 por ciento, ha iniciado un proceso para estabilizar plazas y convertirlas en fijas. Lo primero que sorprende es conocer la elevada proporción de trabajadores de la institución que han encadenado interinidades, roza un 37 por ciento. Choca con esa imagen preconcebida y extendida que se tiene del empleado que, al entrar en lo público, puede apoltronarse y tener su vida resuelta. Un error es que se suele meter en el mismo saco del funcionariado a profesiones tan diversas como pueden ser administrativos, arquitectos, bomberos, médicos, enfermeras, profesores, oficiales de brigada, guardas de pesca, cuidadores o técnicos de ámbitos que pueden ir desde la educación a los residuos; otro es dar esa estabilidad –fundamental para echar raíces en un sitio y hacer planes a medio o largo plazo–, por sentada nada más entrar en el sector público.
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