Arrancamos con una pregunta queridos lectores: ¿qué podemos hacer para no acabar mal de los nervios y darle un bofetón a alguien por el simple hecho de que cuente un chistecito?, lo que se conoce como hacerse un Will Smith. Por cierto, lo que daría este actor por tener el aparatejo que borraba la memoria en la película «Men in Black» para que nadie recordara la cagada que hizo en la última ceremonia de los Oscar.
Pues dándole vueltas a la pregunta de arranque, mientras me tomaba una cerveza, he llegado a la conclusión que lo mejor que podemos hacer, en estos momentos, es convertirnos con fervor al neoliberalismo. Le damos una patadita a esas cosas molestas como son la empatía, la conciencia, la ética y la justicia y abrazamos como nuevos fanáticos conversos las teorías más radicales de los economistas Milton Friedman y Friedrich von Hayek y los políticos Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Olé, ya tenemos el combo completo para ser unos auténticos neoliberales y dormir tranquilos, porque estamos seguros de que el mercado lo arreglará todo, hasta las almorranas.
Que hay un abismo creciendo exponencialmente entre ricos y pobres, pues allá los pobres, que curren más. Y nos saltamos eso de los derechos de cuna, los privilegios, las leyes injustas dictadas por gobiernos corruptos, las grandes fortunas amasadas sobre la sangre de otros seres humanos, y bla, bla ,bla. Ahora bien, si alguien la caga, no sé, manejando millones con el noble arte de la banca, pues ahí sí, ahí tiene que entrar el papá estado con un buen chorro de millones, no podemos dejar caer a los nuestros, por dios.
Que unos poquitos se forran porque les regalaron el monopolio de la energía, mientras la mayoría explotada se tiene que calentar quemando boñigas de vaca, o desplazarse gastando zapatilla porque la cosa no da para alimentar sus utilitarios, pues bien que está, y si alguien lo critica tenemos preparados nuestros grandes argumentos irrefutables, a saber: poner cara de mosqueo y llamarles a gritos comunistas, etarras, feminazis, ecologistas trasnochados, y un largo etcétera sacado de las cabecitas de nuestros periodistas más pelotas, mas carroñeros.
Y por supuesto haremos nuestra la palabra «libertad», que se van a creer estos andrajosos que van por la vida pidiendo justicia social e igualdad de derechos, menudos perros flautas que están hechos. Cuando los neoliberales apelamos a la libertad en realidad queremos decir «libertad para que las élites sigan viviendo mejor que el emérito y libertad para que el populacho pueda elegir entre un trabajo precario u otro, y así viva con la ilusión del que se esfuerza llega, y esas sandeces». Lo de votar si ya tal, quedaría muy feo volver a poner el derecho de pernada, pero ojito, que el jueguecito ese de la democracia os lo vamos a permitir mientras ganen nuestros políticos serviles, porque si por lo que fuera, algún día gana quienes dicen que nos van a quitar algo de pasta porque hay que repartirla mejor, cuidado, porque os rompemos el juguete de una patada y encima os echamos la culpa a vosotros.
Joder, que a gusto se queda uno siendo neoliberal, y que orgulloso estoy por ser hombre, blanco y heterosexual del primer mundo… claro que para sentirse orgulloso de algo tenemos que habérnoslo currado antes, y todas esas cosas me cayeron de cuna, yo no moví un dedo y además no significan que sea superior a nadie… mierda, se me ha chafado la estupidez neoliberal y encima se me ha terminado la cerveza. Feliz jueves.
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