No queda nada, queridos lectores, para que veamos la siguiente noticia: «una nueva cepa de covid ha sido detectada en la colada de un volcán que se dirige al mar, dicha cepa no le preocupa una mierda a la OMS (que son todos illuminatis) ocupada a tiempo completo en dar recomendaciones sobre cómo sobrevivir tras una guerra nuclear. Los expertos ya han advertido que el uso de mascarillas no sirve para un carajo frente a la lava, la sequía provocada por la deforestación y la hambruna provocada por la gigantesca desigualdad social. Damos paso a la tertulia política con don Comprado, don Vendido y un nazi con la barba muy arreglada, más periodismo, ¡oh, yeah!».
Creo que solo nos va quedando, para tener el combo completo del Armagedón, el impacto del meteorito, la epidemia zombi y la invasión alienígena, que ya le digo a los extraterrestres que como tarden mucho en venir se van a encontrar un solar donde antes había un planeta azul. Aunque puede que si todavía no han venido es porque, o son aún más inteligente de los que se creen los ufólogos, o porque el precio de la energía de sus naves se ha puesto por las nubes y han encontrado otros destinos más asequibles del tipo: «Marina Orión, tu galaxia de vacaciones. Exoplanetas con jacuzzi y vistas a los agujeros negros».
La Historia está demostrando que Nostradamus era un optimista de tomo y lomo, que el fin del mundo con el calendario Maya, allá por 2012, fue todo un fake inocente, y que en general todas las profecías del fin del mundo se han quedado con la misma cara de bobo que pone el actual presi patrio cuando le hablan de derogar la infumable ley mordaza. Y es jodido pensar que muchas personas hacen suya la frasecita: «que el fin del mundo nos pille bailando». Claro que sí guapis, ¿y qué pasa con los que tenemos un sentido del ritmo nulo y una coordinación motriz patética?, que además de irnos al carajo, como todos, nos iremos haciendo el ridículo. Ahora bien, si alguien necesita de unas risas antes de que todo estalle en millones de pedacitos, me ofrezco para bufón sin pensármelo dos veces, de todas formas no tengo más talento que aportar que el de ponerle humor a mis limitaciones. Y sinceramente, creo que eso, siendo muy poco, es mejor que ir de profeta salva patrias cuando lo que buscas es salvar tu culito y el de tus amigotes a costa de pisotear a los demás.
No sirvo para ser un prepper (preparacionista), no tengo ni las cualidades ni el talento necesario como para andar haciendo el Rambo (referencia boomer) en un mundo apocalíptico. No sé cazar, ni pescar, ni hacer fuego sin un mechero y una caja de pastillas para encender, ni artes marciales, ni usar un arma, ni me oriento bien, ni tengo un búnker donde refugiarme, ni ganas de vivir como una rata en un puñetero búnker por el hecho de alargar mi existencia un poquito más. Así que con su permiso, o sin él, voy a ir haciendo acopio de cerveza. Exijo respeto, si algunos rezan a su dios, ya sea Odín o el Monstruo del Espagueti Volador, otros nos decantamos por la divinidad del lúpulo y su alto poder relajante, en una sociedad que está de los nervios, nos parece la mejor opción.
Voy cerrando para que cada uno de ustedes utilice el tiempo que nos queda en cosa más útiles que leer este artículo, como reírse un rato de los que creen que la solución a este desaguisado está en apoyar a los «señoros» de siempre y sus mierdas clasistas. Será el lúpulo, o será lo que sea, pero yo les sigo deseando, de corazón, un feliz jueves.
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