Escribo esto en jueves lardero ya saben, ese día del comienzo del carnaval en que muchos se empeñan en aparentar ser otros, en esconder la realidad de sus vidas tras unas máscaras y estrambóticos disfraces. Pero no crean que ese intento de camuflaje va a desviar mucho nuestra auténtica identidad. Siempre he dicho y sigo manteniéndolo que el fantasma engominado, calvo, melenudo, alto, bajo y con chándal o cualquier otra indumentaria callejera seguirá existiendo y no son difíciles de identificar porque llevan código de barras en sus cogotes.
Y es que no vamos bien en ninguno de los sentidos, la política en llamas, los partidos haciendo leña de los árboles caídos, ese maldito virus apoderándose de nuestra tranquilidad, simulacros de guerra con trazas de ir más allá de nuestra imaginación, aumento en los precios del consumo en los alimentos más básicos, etcétera, etcétera.
No sé lo que piensan ustedes pero en nuestro organismo noto a faltar la instalación de algún minúsculo artilugio como por ejemplo un wc con su cadenita incluida e instalado a ser posible cerca de nuestras neuronas. De esta forma podríamos ir defecando todas aquellas ideas que empezaran a desprender nauseabundos aromas y que fueran capaces de llegar a impedir la creación y puesta en práctica de todos esos valores positivos que como seres humanos deberíamos conservar y que por desgracia estamos perdiendo.