Los Reyes, su cabalgata, las ilusiones de los más pequeños y de los más grandes. Pasaron este año como de puntillas en un visto y no visto, es un precio más que debemos pagar a ese sunami de desencuentros, de normativas, de vidas a medio vivir, de enfermedades y muertes. Los Reyes creo yo que si la tradición no los hubiera empujado, se habrían llegado al portal de Belén, hubieran dejado sus ofrendas y se habrían marchado por donde vinieron.
Dicen que les hicieron una prueba PCR y que antes de salir de Oriente el resultado fue negativo, no se hicieron más alegando que como eran magos ellos ya lo tenían todo controlado. Pero la noche de Reyes sigue conservando su magia, su embrujo y todos sin excepción nos dejamos llevar por ella. Escribo esto en vísperas de ese día y ahora caigo en que un año más se me olvidó echar la carta en el buzón de las sorpresas.
De pequeños casi nunca te traían todo lo que pedías y de mayor solemos acertar más, digo yo que será porque con los años sabemos manejar mejor la táctica del acierto. Las existencias de carbón se agotaron pronto y el reparto no fue muy equitativo, no se sabe si por ser material contaminante o debido a que la mayor cantidad se quedó en las puertas del Congreso y custodiado por los leones de su entrada.
Si a ustedes les han traído todo lo que habían pedido, que nada tiene que ver con lo que realmente necesitan enhorabuena. Son ustedes unos seres privilegiados de los que ya quedan pocos.