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Creo estar cierto en afirmar que las fiestas navideñas son una fecha en el calendario donde viene que ni pintiparado el paisaje para hacer un regalo. Hay gente que a la hora de tener un detalle se azara, se descompone, pierde la seguridad en sí mismo… ¿y qué regalo le hago?, ¿algo de joyería?... o mejor… uf yo qué sé; porque claro, no quiero obligar luego a nadie a corresponder al mismo nivel. Esto me parece poco, lo otro me parece demasiado. Sin embargo Menorca es un escaparate donde elegir a la vez que nos da pie a un detalle original de buen gusto, sorprendente y con la garantía de no pasarnos en la opulencia. Pruebe con un par de sobrassadas con una botella de gin o un buen queso. Regalar un queso de la Cooperativa ganadera Coinga es además la garantía de quedar bien. En mi caso me dejaría querer por un semicurado o un curado, cualquiera de estos dos quesos ofrecen unas garantías organolépticas de un afinado exquisito. En definitiva un manjar para paladares que sepan apreciar en un gran queso un regalo gastronómico de buen gusto. Tengo la suerte de que a lo largo del año a mi casa siempre me suele llegar alguna pieza de queso. En ocasiones, incluso un queso particularmente elegido donde se ha tenido en cuenta que con la primavera los pastos están florecidos y la flor obsequia a la paciente abeja con el producto de su miel. Esa miel de los pastos primaverales dan a su vez una leche que algunos maestros califican como la mejor del año. Cuando el calendario nos avisa que la función para la que fue creado está tocando a su fin, los quesos curados que se elaboraron en la primavera estarán en plenitud de su potencial organoléptico.

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No es el mejor consejo para un purista el que ahora voy a darles pero una buena barra de pan (coc) sobre el que se haya extendido una fina capa de figat y luego trozos o lascas de un queso Coinga curado convertirán un desayuno o una merienda en un manjar. Estos maridajes no son siempre «el agua bendita» para un purista, pero si dejamos que juzgue el paladar, les puedo anticipar que no tendrán motivos para quejarse. Un semicurado de Coinga es antes que nada un regalo que da la leche de las vacas que viven más en libertad que estabuladas, alimentándose de un pasto natural y muy variado.

El queso siempre desde antiguo era ya de gran predicamento y ahora nos viene a socorrer en el delicado momento de tener que mandar un regalo navideño. Los Reyes Magos recordarán que el éxito del queso empieza por lo fácil que resulta su transporte y su almacenaje y que no pasa nada porque se tarde un par de días por el camino. Incluso pueden ser útiles a su afinado. Ya les digo que es un regalo de agradecer porque mientras nos dure la oportunidad de sacarlo a la mesa familiar, estaremos agradeciéndoselo al alma amiga que nos lo ha mandado. A modo de consejo saquen de la nevera el queso una o dos horas antes de consumirlo. No utilicen vinos de grandes reservas ni vinos muy selectos. Conviene no olvidarse que tanto el vino como el queso son en puridad dos levaduras vivas y enfrentar un gran vino con un gran queso, es enfrentar en las papilas gustativas a dos poderosos guerreros que en vez de maridar se perjudicarán mutuamente. Prueben con un vino de añada pero sobre todo no tomen nunca un queso curado con champán. Ese es un pecado de lesa gastronomía. Disfruten de un buen Coinga y no olviden el alma amiga que se lo ha mandado, porque en él va el querer y el saber de las gentes que lo elaboran dejando impreso el peculiar legado de una tierra acariciada por la herencia que el mar deja en los pastos menorquines. La sobrassada menorquina es también un regalo con encanto si está ya bien curada. Entonces encontrará sabios gastrónomos que la acompañarán con un sí es no es de miel con la que marida bien, al igual que, si es tierna, va mejor asada sobre brasa de carbón envuelta en papel de plata que frita. El queso y la sobrassada de Menorca son un regalo en las fechas en las que estamos. Harán felices a quienes tengan la suerte de recibirlos.