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Ya llegó queridos lectores, mañana Nochebuena y pasado Navidad. Y una vez más me encuentro en tierra de nadie, en la equidistancia más estéril. Creo que he encontrado un cierto equilibrio entre no petar mi casa con adornos horteras fabricados en China y al mismo tiempo no quiero ser el Grinch que fui durante los años en que mi cabeza peinaba menos canas y me levantaba de un tirón del sofá sin hacer ningún ruidito lastimero.

Si hay personas que se flipan con estas fechas pues adelante con eso, supongo que argumentaran que son fechas para reencontrarse con la familia, para disfrutar de la gastronomía propia de estos días, y que en Navidad afloran los sentimientos de solidaridad y todas esas cosas.

Creo que para juntarse con la familia cualquier fecha es buena, siempre y cuando todos los miembros de la misma quieran, lo de aguantar patanes, tengan o no lazos sanguíneos, creo que no compensa de ninguna de las maneras. La parte de la gastronomía se la regalo, tengo raíces en Estepa, el pueblo de los mantecados y los polvorones, y disfruto apretando entre mis manos un mantecado de aceite de oliva y llenarme la boca con las tropocientas calorías que me aporta, pero de ahí a meterme un sinfín de comilonas diarias, patrocinadas por Omeprazol y Almax, va un trecho. En cuanto a lo de los sentimientos, qué quieren que les diga, puede que haya personas que se ponen superñoños con los villancicos y dan un eurito a alguna causa benéfica mientras se llenan los carrillos de peladillas, pero no me pueden  negar que el hiperconsumo hormonado de estos días retrata de forma cruel la gran distancia social que han creado entre los que se tienen que comer los mocos, y los que meriendan caviar, ahí lo dejo.

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Sí, lo sé, he dicho en el primer párrafo que no sería un grinch gruñón y me ha faltado tiempo para darle una patada a la coherencia nivel Toni Cantó y ponerme a despotricar sobre las fiestas. A ver si lo arreglo un poquito diciendo alguna cosita buena de estas fechas, me lo pienso y se lo cuento después del punto y aparte.

Veamos, no está mal juntarse con la familia y los amigos en cualquier fecha, si todos los presentes lo gozan adelante con eso. No está mal excederse con la comida, si supone fiesta y risas, hay personas que tienen muy claro que estos días toca empacharse y después se cuidan más que un runner preparándose para su próxima maratón (pero por favor que no nos den la brasa con sus tiempos y sus nuevas zapatillas). Si estos días sirven para que alguno le eche un vistazo a la pobreza y a la injusticia social y aporta un granito de arena para paliarla, pues adelante con eso también. Y por supuesto respetemos a los que aun siente estas fechas con fervor religioso, demostremos que somos buenos ateos dejando que cada uno viva a su manera, no nos pongamos nunca a la altura de los talibanes religiosos, de cualquier fe, que se empeñan en que todos vivamos conforme a sus creencias. Respeto y más respeto para no ser desagradables con los otros.

Ya ven, ni en estas fechas me libro de mis incoherencias y contradicciones. Sólo me queda desear que estén lo mejor posible todos, crean o no en Papá Noel, dado el nivel de tensión que ha alcanzado el guión de esta película que es la vida (quizás cuando se publique este artículo ya tengamos nuevas restricciones). Y respeten que mi Nochebuena ideal sea comerme una tortilla de patatas acompañada de unas cuantas cervezas y de personas a las que quiero porque son capaces de aguantar a un patán. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com