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El año 2011 significó una gran oportunidad para regenerar España. Este año el PP llegó a comandar absolutamente todas las instituciones del Estado. Hagamos memoria y ubiquémonos. Desde la perspectiva mahonesa recordamos que el PP ostentaba la alcaldía y la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Mahón, la presidencia y la mayoría absoluta en el Consell insular de Menorca, la mayoría absoluta en el Parlamento balear y mandaba, también absolutamente, en el Gobierno balear. Así, todo el poder balear estaba bajo su mando. Todo.

Pero no solo eso, el PP también tenía mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, en el Senado y su mandamás Mariano Rajoy era el responsable del Gobierno de España. Toda España estaba pues teñida de color azul gaviota. ¿Y que hizo el PP con esa abrumadora mayoría por tierra, mar y aire? En Baleares no se disminuyó un ápice el poder del lobby separatista aunque un valiente y meritorio Bauzá al menos lo intentó.

A nivel nacional muchos creen que su responsable final, Mr. Rajoy Brey, aparte de subir los impuestos a todos los españoles al estilo socialdemócrata y dedicarse a leer prensa deportiva, desaprovechó una ocasión histórica para reparar los estragos perpetrados por su antecesor el radical socialista Zapatero.

Y esa actitud permitió mantener activados los dictados de aquel extremista que volvió a segregar a los españoles entre buenos y malos, entre azules y rojos; aquel que impuso una Ley de Violencia de Género que atenta contra    la igualdad de la persona al culpar de entrada siempre al hombre simplemente por serlo; aquel que entronizó la más sectaria ley de Memoria Histórica que ahora su discípulo y heredero Sánchez, el pinocho de la larga nariz, quiere empeorar emponzoñándola convenientemente para sembrar más cizaña en un tema que afortunadamente yacía fallecido desde la hermosa Transición que hermanó a todos los españoles.

Sí, recordemos que Rajoy no derogó nada de lo que había hecho aquel Zapatero que, genuflexo ante el nacionalismo más cutre, dijo que daría todo lo que le pidiera el Parlament de la antigua Marca Hispánica, un hemiciclo fenicio convenientemente echado al monte y que destilaba efluvios de nuevos Companys y que atentaba contra el ‘seny    i    la rauxa'. Sí, un Rajoy que no movió ni el otro dedo de la mano con la que no sostenía el ‘Marca' para evitar la afrenta que significa no poder estudiar en español en tu propio país (caso único en el mundo: un país que persigue su lengua constitucional en lugar en apoyarla, protegerla    y fomentarla). Y, un solo ejemplo más: Rajoy, ese indolente, fue al único al que los separatistas catalanes le montaron hasta dos referéndums (uno y dos) de desmembramiento del país en su propia cara. Incluso fue el que sufrió la humillación de que unos locos de atar le declararon la independencia de una región española ante sus propios ojos. Para acabar su magnífica actuación política no tuvo reparos en emborracharse aquella tarde histórica ante toda España cuando, mientras una coalición de extrema izquierda separatista le expulsaba del poder, él se dedicaba a diluir unos cubitos de hielo en su vaso de whisky. Una tarde magnífica que acabó con el torero corneado y bebido. El personaje ni tan solo tuvo la gallardía de dimitir unas horas antes y convocar elecciones que, en aquellos momentos, hubieran posiblemente ganado Ciudadanos, con lo que la Historia de este país hubiese cogido otra deriva a la actual.     

Y llegados a este punto ¿qué? Pues que esta catástrofe facilitó el nacimiento y expansión de un VOX escandalizado por la indolencia de quien pudo solucionar muchos problemas y no solo no lo hizo sino que, contrariamente, dio pie a la entrada de un Gobierno de extrema izquierda.   

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El pasado sábado día 20 un conocido político conservador menorquín que vive en Palma escribía en este mismo diario que se sentía defraudado y traicionado por su propio partido al haber tenido la oportunidad de cambiar las cosas (en aquella época) y no lo hizo. Se refería a lo citado arriba. Y llegados a este punto ¿qué puede hacer el PP?    Pues cambiar su rumbo pero para eso hay que dejarse de miedos y complejos. Y cambiar de dirigentes.

El problema de la derecha liberal es que cuando gobierna no se atreve a aplicar y a poner en práctica sus premisas ideológicas. Y no lo hace por miedo al juicio de la izquierda y de los mayoritarios medios de comunicación izquierdistas (especialmente los televisivos), lo cual la conduce a mostrar una sempiterna falta de convicciones en lo que se supone defiende. Mientras, la izquierda, nunca duda en aplicar y convertir sus convicciones en leyes que afectan a la vida diaria de los ciudadanos y aunque muchas de ellas al final se conviertan en humo porque son inaplicables, al menos quedan los titulares y la propaganda.   

Muchos piensan que el problema del PP actual es que respira los mismos aires de Rajoy. Lejos queda ya el discurso de Casado en Valencia. De hecho a Casado le persigue el parecido, incluso físico, con el barbudo Rajoy y muchos no olvidan sus declaraciones en la última campaña catalana donde llegó a atreverse a criticar la ejemplar actitud de la Policía del Estado en la defensa de los valores constitucionales durante los actos revolucionarios del 10-O. Un acto desesperado e innecesario que muestra los maricomplejines que le acechan.     

A los que se preguntan por qué demonios Ayuso tiene tanto tirón hay que decirles que porque ha demostrado no tener los complejos de sus mayores. Los auténticos patriotas del PP son los que critican al poder establecido de su partido, a ese enjambre de intereses creados y sueldos asegurados que son su cáncer. Porque no se trata solo de ocupar el poder (y conseguir suculentos sueldos) sino que hay que saber utilizarlo para dar la batalla cultural y cambiar el mainstream reinante. ¿Se imaginan Uds. un tándem Ayuso-Cayetana apoyado por Arrimadas? ¿No creen que arrasarían? Yo sí.

Nota:

1- A quien entienda: Es natural que quien ejerce de catalana fetén escriba ‘riba'. Una menorquina escribiría ‘vorera'. ¡Més clar aigu!