Será una manía como tantas otras, pero a mi me encanta pasear bajo la lluvia y sin paraguas. Cuando esta es fina y son cuatro gotas quiero decir. Es como si regaras la azotea y créanme que te refresca las ideas. Es una lástima que muchos de nuestra clase política no practiquen lo mismo, sería positivo para todos que cuando las palabras comienzan a transformarse en leños ardiendo, el humo cegando los ojos y las neuronas en peligro de estallar, salieran a darse un garbeo bajo esa fina cortina de refrescante liquido elemento.
Me han comentado que aprovechando una tregua dada en favor de los débiles rayos solares, se ha visto a un leñador afanado en cortar troncos de árbol y preguntado contesta medio en serio medio en broma, que es pariente lejano de Noé y como la que está cayendo es de órdago, no quiere que lo pillen desprevenido, que el famoso diluvio comenzó con cuatro gotas y luego pasó lo que pasó. Lo que no tenía tan claro es lo de embarcar una pareja de cada animal porque entre el covid, mascarilla, la documentación exigida, los PCR y si son pareja del mismo signo u opuesto, al contar con solo dos operarios ya que el resto estaban en el paro, iba a ser imposible llevar un control de embarque con la seriedad y eficacia deseada.
También le ha caído un buen rapapolvo por parte de grupos ecologistas por la tala de árboles necesarios para la construcción del arca. Lo que no vi por ningún lado es el ancla, barcas de salvamento, chalecos salvavidas ni bengalas de SOS. ¿Preludio de que todo está perdido, de que vamos a la deriva? El sabrá y la Administración supongo que también, pero no nos lo dirán.