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¿Cómo lo llevan queridos lectores? ¿Tiene ya preparada su mochila de las setenta y dos horas? Los que ya la tengan hecha deben estar tranquilitos porque lo tienen todo bajo control, por el contrario los que no la tengan, y sean creyentes, deben ponerse a rezar muy fuerte y con mucha pasión para que los seres divinos les salven el culo en esta vida o en otra; y los que no la tengan preparada y sean ateos deben ingerir lúpulo de forma pausada y compartida con esos seres terrenales a los que uno quiere llamados amigos, no se coman más el coco porque no hay más opciones.

Debido al contexto preapocalíptico que nos dibujan una y otra vez los medios de comunicación y las redes sociales el grupo de los preppers, preparacionistas, ha crecido como la espuma, y tiene un lema que es difícil de rebatir «es mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo». Bajo esta premisa los preppers nos recomiendan que tengamos siempre a mano nuestra mochila de las setenta y dos horas. Dicha mochila ha de contener agua, comida, botiquín de primeros auxilios, linternas, mecheros, mapas, brújulas, ropa térmica, navaja, cuerda, silbato, cinta adhesiva, cargador solar para el móvil, productos de higiene personal, etc. Con esta mochila se puede sobrevivir tres días y así tendremos tiempo de llegar al refugio, que tenemos oculto y equipado a tope para el apocalipsis, y encerrarnos allí a verlas venir mientras el resto de la Humanidad se va al carajo. Lo cierto, aunque duela, es que la especie humana está pidiendo a gritos su fin desde hace siglos -vaya obviedad que acabo de soltar-.

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Respeto a los preparacionistas, si ellos viven más tranquilos preparándose para un colapso mundial, quiénes somos nosotros, hijos de Netflix, el sofá y la pereza, para meternos con ellos, a ver si ahora mucha risita con los que controlan técnicas de supervivencia y después tenemos que ir de rodillas a pedirles que nos den un poquito del atún de las cinco mil latas que guardan debajo de la cama. Ahora me tiro el rollo cultureta y les suelto una célebre frase del escritor italiano Elio Vittorini. «La nostra paura del peggio è più forte del nostro desiderio del meglio». («Nuestro miedo a lo peor es más fuerte que nuestro deseo de lo mejor»), gracias Wikipedia. La frase lo peta, de hecho ponernos en lo peor es un recurso psicológico que funciona pero que muy bien, porque ya te prepara para el peor escenario posible, y a partir de ahí si no es tan malo, pues estás la mar de contento, y si es tan terrible como tú proyectabas, pues ya estás a tope con eso porque te has ido preparando. El miedo es más fuerte que el deseo, lo clavaste Elio.

Ahora bien, la falta de filtro que tengo entre mis neuronas y mi bocaza me empuja a compartir un par de reflexiones, ¿merece la pena sobrevivir en un refugio en caso de apocalipsis?, joder, si ya lo pasamos como el culo encerrados en nuestra casa durante dos meses, dudo que vivir en un refugio mientras todo se desmorona valga realmente la pena. Y la segunda y aún más importante, ¿está completa una mochila de supervivencia que no incluya al menos un par de latas de cerveza? No sé amigos, pero igual lo mejor que puede hacer uno cuando cae una bomba nuclear es ponerse justo debajo, porque lo que va a quedar después no será nada bonito. Sea como fuere, mientras un final u otro llegan, y para no molestar a los que están rezando, llamaré a unos amigos y pondré unas cuantas cervezas en frío, ya saben, cada cual toma su camino. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com