«La carita, de santo, y los hechos, de diablo». Eso es lo que dice el refrán. Y también: «La cruz en el pecho, y el diablo en los hechos». ¿Por qué será el refranero tan desconfiado? Otra más: «Beata de condición, la carita santita y el rabo ladrón». Seguro que han adivinado que me estaba acordando de algunos políticos. No de todos, por fortuna, que de todo hay en la viña del Señor: uvas, pámpanos y agraz. Es decir, que en cada aspecto del mundo –incluso en la política– hay siempre cosas buenas y cosas malas. Pero la gente tiende a acordarse de las malas y suele generalizar. Dicen: todos los políticos son iguales, lo que quieren es mandar. Y cuando a uno lo meten en la cárcel por prevaricación y tráfico de influencias, la gente suele afirmar: está muy bien, pero ninguno devuelve el dinero robado. «Prevaricación» es una de las palabritas que más se oyen en los medios de comunicación, referidas a la cosa pública. La prevaricación es un delito que consiste en que una autoridad dicta una resolución arbitraria en un asunto sabiendo que es injusta o contraria a la ley. Tráfico de influencias consiste en lograr que un cargo público dicte una resolución injusta para lucrar a un tercero. «Lucrar» significa sacar provecho de un negocio o encargo. En resumidas cuentas, todo se reduce a dinero, el dinero que según el vulgo los corruptos nunca devuelven. Ya lo decía Quevedo: «Poderoso caballero es don dinero». En el refranero hay por lo menos un centenar de refranes sobre dinero.
Les coses senzilles
El perfume
01/11/21 0:51
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