Vamos a ello, esta semana me gustaría preguntarles si guardan algo de acero, zinc, cobalto, cobre, petróleo, aluminio, alguna batería que funcione, algún microchip en buen estado, o en su defecto una cajita de botellas de whisky, porque de ser así, usted ha triunfado, ya puede montar una tómbola a la entrada de su hogar para venderlo todo al mejor postor, y le darán un pastizal porque parece que la cosa escasea más que los pelos en la cabeza de Bruce Willis.
Dicen que la escasez de minerales deja en el aire la fabricación de un montonazo de cosas, como aparatos tecnológicos por ejemplo, cuide su móvil. Si además le sumamos el encarecimiento de la energía, que está loquísima, los precios de los productos se disparan aún más. Y por si faltaba algo, además del puñetero bicho que lleva dándonos por saco muchos meses, se suman historietas tan suicidas, fruto de un nacionalismo demagogo e infantil, pero que cala más que la lluvia en Londres, como es el brexit. Y si le ponemos unos chorros generosos de desigualdad social, pues «voilà», tenemos la situación perfecta para que Iron Man se cuide la armadura porque no va a encontrar repuestos para repararse.
Según los datos de Drewry, la principal consultora mundial de tráfico marítimo, los fletes en barco entre Europa y Asia son hasta seis veces más caros que hace un año mientras el encarecimiento se acerca al 1.000% a escala global. Pues eso, que traernos las cositas que fabrican los chinos en condiciones laborales que no las quieres ni para tu mayor enemigo, cuesta un riñoncito, y la cosa está paradita, paradita, huele a colapso de la globalización, toma ya, que apocalíptico ha quedado esto, todo sea por ganarme unos cuantos clickbaits (a cansino no me gana nadie, perdón).
No hacía falta tener un máster en economía, en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts, para darse cuenta que la globalización no era para las personas, era para las mercancías. Claro que sí, para que colara sin vaselina vendieron aquello de ciudadanos del mundo, pero la verdad es que las mercancías iban y venían a sus anchas, para aumentar beneficios de unos poquitos, y al mismo tiempo se levantaban muros, y vallas por muchas fronteras para que los seres humanos que huyen de la guerra y la miseria quedaron atrapados entre el horror y el horror, así es, es un hecho tan contrastable como que la bata manta es una horterada, pero muy calentita, y al precio que va la luz, pues oye…
Yo, ante este aviso de posible escasez, voy acumulando lúpulo, cebada, y cítricos, por aquello de que con cerveza y naranjas se puede sobrevivir mucho tiempo. La cerveza tiene minerales, antioxidantes, fibra, y un sinfín de beneficios, lo único que le falta es la vitamina C, y ahí entraría en juego la rica naranja. Oye, vamos a respetarnos, cada cual con sus prioridades. Feliz jueves.
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