Les coses senzilles
Un mundo al revés
He soñado un mundo al revés. Un mundo donde los habitantes caminaban sobre las manos y además, hacia atrás, como los cangrejos. A la hora de escribir, escribían de derecha a izquierda. De noche avanzaban a tientas y de día tenían todas las luces encendidas. Cuando organizaban concursos de canto ganaba el que cantaba peor. Los cuadros, cuanto peor pintados, mejor. Cuando servían vino lo hacían con el vaso invertido, con lo que lo derramaban todo por encima de la mesa y después tenían que recogerlo humedeciendo un trapo que estrujaban en la boca. La gente se ponía sus mejores vestiduras para acostarse, y en cambio se les veía andrajosos por la calle y en las fiestas distinguidas. Mandaban los pobres. Trabajaban los ricos. En los torneos competían los viejos y los jóvenes les observaban con nostalgia.
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