La gestión de esta pandemia vuelve a dejar flecos que a estas alturas deberían estar más que resueltos. A principios de julio, cuando el tsunami de contagios de los jóvenes obligó a guardar cuarentenas a sus contactos estrechos, las empresas empezaron a notar el efecto de tanta gente confinada, imposible de cuadrar bajas y sustituciones en pleno verano. Llegaron las quejas, los efectos económicos, una vez más, de la crisis de salud pública. Entonces supimos por las autoridades sanitarias que una persona vacunada con pauta completa está exenta de cumplir cuarentena si de entrada tiene una prueba negativa, aunque deba extremar la precaución y no trabajar con colectivos vulnerables. Solo debería aislarse si una segunda prueba resultase positiva. Un alivio para las empresas pero el problema es ahora para las familias, específicamente los padres de niños pequeños cuando estos son los positivos o los que han tenido contacto con alguien portador.
Vía libre
El encierro de los niños
24/08/21 0:00
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