¿Qué tal queridos lectores? Después de darle algunas vueltas, y sabiendo que cada cual usa las estrategias que considera más convenientes para no caer en depresiones que no llevan a nada bueno, he decidido hacer una segunda parte de personajillos que me caen mal. Fue muy relajante escribir el artículo de la semana pasada, lamento, por otra parte, que los trolls se saltaran el último párrafo del mismo, aquel donde decía que yo mismo me caigo mal en muchas ocasiones, para intentar atacarme, pero dejémosles disfrutar, si les quitamos su inquina, su mala baba y su anonimato se quedan en nada, así que no perdamos más el tiempo con ellos.
Quiero empezar la lista por un personajillo que abunda en verano en nuestra Menorca, me refiero al que te encuentras conduciendo por un camino estrecho entre paret seca, y aunque tú maniobres para meterte en un hueco y dejarle paso, nunca te envía un saludo de agradecimiento, se limita a quedarse en mitad del camino esperando que tú des marcha atrás porque es tu obligación, y el pueda pasar tranquilamente porque es su derecho. Debe pertenecer a ese grupo de seres que también me caen mal, los que no devuelven un ‘bon dia' ni aunque les vaya la vida en ello. Y cae por su peso que deben ser también los que no usan el «por favor», ni el «gracias» no sea que se les gaste.
Me caen también mal los que te cuentan su vida sin preguntarte ni una sola vez por la tuya, viven en ese mundo donde entienden que lo importante es su monólogo y no el mantener una conversación enriquecedora, o cuanto menos con trazas de empatía. Me caen mal los que discuten apuntándote con el dedo índice de forma amenazadora, e incluso llegan a golpearte el hombro con dicho dedo, uno se imagina que si ese dedo fuera el cañón de una pistola no dudarían en disparar.
Me caen muy mal los que afirman que debemos respetar todas las opiniones, como si las afirmaciones que puedan vomitar un xenófobo, un misógino, un homófobo, un clasista, o un nostálgico de las dictaduras, pudieran ser respetables. Ya verás cómo respetan ellos las tuyas cuando alcancen todo el poder; ya veras, ya.
Me caen mal los que dicen: «yo soy así de sincero», cuando en realidad son unos bordes que se ofenden mucho ante la mínima crítica hacia ellos. Ya sabes amigo, no les sueltes a los demás lo que no quieres para ti. Me caen mal los que visitan los países llamados del tercer mundo y se hacen un selfie, con su Iphone, con chabolas detrás para postearlo en Instagram y escribir debajo: «estoy aprendiendo mucho. Ellos saben vivir con tan poco», es el postureo y el narcisismo llevados a cotas estratosféricas.
Me caen mal los que hablan de los efectos a medio y largo plazo de las vacunas, como virólogos expertos que han visto la luz, pero luego se meten en una rave todo lo que producen Pablo Escobar y Walter White juntos sin hacerse la más mínima pregunta. Me caen mal los que dicen: «ni machismo, ni feminismo», haciendo explicita su diarrea mental.
Me caen mal los que van a coger setas con azada y cubo de plástico, los que se llenan la boca de patria y se llevan la pasta a Andorra, los que miran por encima del hombro a las cajeras del supermercado, olvidando que en el confinamiento, sin ellas, se hubieran muerto de asco o de hambre literalmente. Me caen mal los que meten sus yates hasta la misma orilla de la playa, los que se toman la cerveza caliente, bueno, estos últimos más que caerme mal me dan pena, creo que aún podemos rescatarlos si trabajamos todos juntos, o yo que sé ya. Feliz jueves.
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