En Balears seguimos dependiendo del comercio exterior para subsistir, incluso para ponernos al día en cuestión de modas y adelantos. Esto se ha agilizado muchísimo con los medios de transporte actuales, y con la posibilidad de comunicación inmediata por internet. Pero antes no era así.
Es conocido el caso de un comerciante de Ciutadella que encargó telas para que sus hijas estrenaran vestidos por Sant Joan. Pero pasó la fiesta y las telas no habían llegado todavía, de modo que telegrafió a Barcelona: «San Juan pasó, San Pedro encima y mis hijas desnudas». No había comunicación digital ni transporte exprés. En cuanto a la jocosidad de la frase, me abstengo de hacer comentarios. Pues bien, ahora que San Juan y San Pedro «han pasado» se me ocurre que seguimos tan desnudos de fiestas como las hijas de ese pobre comerciante.
Estamos en medio de una crisis que resultará penoso superar, y por segundo año consecutivo no ha habido fiestas. Todo el mundo piensa que el año que viene ya toca, que podrán salir caballos y caballeros, presididos por el caixer senyor Borja Saura, que va a ser poco menos que «el deseado». Este año algunos incluso se han desmadrado, de pura resaca de confinamiento; los bares se han llenado, Es Pla estaba inundado de jóvenes, se han disparado las cifras de positivos y se ha podido acudir a la representación tradicional de la zarzuela «Foc i Fum» y asistir a la rifa de las carotes, que tampoco se han podido romper en los juegos ecuestres de Es Pla.
Dicen los que saben que antiguamente en Es Pla los caballeros encarnaban una especie de pantomima de moros y cristianos, de modo que los unos lanzaban lladrioles y los otros se defendían con los escudos de madera que hoy siguen constituyendo las carotes. Las carotes suelen figurar personajes locales, nacionales o internacionales, a menudo de modo caricaturesco, sin que falten alusiones a piratas o moros, acaso por el pasado árabe de nuestras islas o por el asalto de los turcos en 1558. El año pasado la exposición de las carotes recaudó más de 35.000 euros para la Cruz Roja. Este año han sido más de 12.000 euros para Caritas y TEA. Ha fallado la subasta de la carota titulada «Abraçats», que ha quedado en posesión de la parroquia de Sant Antoni Maria Claret, que regenta mosén Antoni Fullana, designado como el próximo caixer capellà o sa capellana. Tal vez aun pueda encontrar un comprador interesado en contribuir a la causa de los necesitados y afectados por la covid, que somos todos.