Que quede muy clarito de entrada: todos somos gente. Es cierto que en ocasiones nos comportamos como personas y por lo tanto merecemos más la pena y otras, en cambio, ejercemos de gregarios y nos mimetizamos con la masa más cerril. Nos podemos quejar porque la playa estaba petada de gente un domingo de agosto, y afirmar que la gente parece tonta por ir todos al mismo sitio el mismo día, y nos olvidamos que nosotros también estábamos allí y que lo realmente nos hubiera gustado es estar solos. La buena gente de las grandes ciudades de interior puede cambiar ‘playa' por ‘centro comercial' y así entenderán mejor el ejemplo anterior. Sí, lo siento, vivo en una isla rodeado de hermosas playas, es un hecho y no tengo por qué esconderlo, de verdad, que cómo es la gente.
Una vez asumidas las aristas y los sesgos que cada uno tenemos, «errare humanum est» (toma latinajo), lo que sí deberíamos pedir, queridos lectores, es un poquito, aunque solo sea un poquito, de ética y de conciencia. Porque la cosa se está llenando de personajes con menos principios que Toni Cantó. De verdad que con todo lo que nos está pasando, con tanta desgracia que nos sueltan los medios de comunicación cada mañana por el caño gordo de las penurias, hay que informar, además, de que el grupo «Ella Baila Sola» vuelve a reunirse para hacer conciertos. ¿Es que no hay piedad periodística?, ¿es que acaso no sangramos sin nos pinchan (perdona Shakespeare)?, ¿es que no tuvimos suficiente con aguantar su hit «Amores de barra» allá por el 1996?, ¿no será todo esto una estrategia para hacernos caer en la eterna depresión y que las farmacéuticas, además de forrarse con las vacunas, se recontraforren vendiendo aún mas ansiolíticos y antidepresivos?
Podría imponerse por ley la obligatoriedad de publicar al menos una buena noticia por cada tres malas. Poner en medio del apocalipsis no sé, que Telecinco baja su audiencia, que los franceses tienen en su país la cerveza cinco veces más cara que en el nuestro (esto tal vez explica muchas cosas), que las patatas bravas han de picar, si no son meras patatas fritas con kétchup y mahonesa y de bravas no tiene una mierda. Que un cuñado ha admitido que no tiene ni idea sobre un tema, que un madrileño no ha dicho «ej que» para explicarte algo, que los ingleses han prometido no ponerse calcetines con las sandalias si les dejamos volver a pesar del brexit. Que se ha encontrado un rey republicano y, lo que es más increíble, honrado, que los partidos políticos se han dado un golpe en la cabeza y han empezado a pensar en los ciudadanos. Qué pasa, ¿que muchas de estas noticias son mentira y no hay quien se las trague? Vamos a ver, alma de cántaro, como si todo lo que se publica ahora fuera cierto y nos lo tragamos sin rechistar. Mentira por mentira, que nos den las alegres y le jodemos el bussines al cansino de Mr Wonderful.
También aprovecho esta tribuna pública, toma frase idiota y grandilocuente, para exigir un verdadero periodismo de investigación que me diga dónde han ido a parar los walkman, y todos esos gadgets que teníamos en el cajón de las cosas que envejecieron demasiado rápido como: el Discman, el reproductor de MP3, la Game Boy, el reloj calculadora, el USB de 16MB, el Nokia con tapa y el Tamagotchi. También podíamos pararnos un poquito a reflexionar cuán rápido vamos para que todo se quede obsoleto tan pronto, pero mejor lo dejamos para otro día, ya saben, por eso de procrastinar para no estresarnos. Feliz jueves.
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