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En el supuesto de que haya un Dios que examine nuestro comportamiento en el curso de la existencia todo parece indicar que aprobar o suspender guardará relación con no matar, no mentir, no robar, no vejar…, en fin las acciones calificadas como punibles por cualquier persona en cualquier parte, en el espacio y en el tiempo, pero Dios tendrá asimismo en cuenta a la persona porque mientras a unas les enseñan a guardar éstos, llamémosles, mandamientos a otras les enseñan todo lo contrario, por ejemplo el hijo de un ladrón y el hijo de un señor altruista que socorre al necesitado o nacer en Sodoma o Gomorra o en una comunidad situada en las antípodas de estas libidinosas y por otra parte atractivas capitales, son mimbres que conforman nuestras dispares personalidades. También valorará todos los nudos psicológicos que lamentablemente se originan en la infancia y en la adolescencia a desliar en el curso de la vida porque mientras unos tienen diez, otros tienen cinco y otros sólo uno, o sea la diferencia entre unas personas y otras es evidente. Inciden un rosario de circunstancias distintas en el ser humano que deben tenerse en cuenta a la hora de emitir un veredicto si se quiere ser objetivo. En fin que Dios no sería justo e imparcial si sólo evaluara la consecución de los llamados mandamientos, de donde se infiere que aprobar o suspender por un sentido de justicia terrenal y universal corresponderá aproximadamente: un cincuenta por ciento a los mandamientos y el otro cincuenta a la personalización.

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El infante va creciendo y enraizándose lo mismo que el árbol en la tierra que se le ha determinado por azar por lo que de adulto si ésta no es fértil deberá ir cambiándola por otra y eso requerirá un proceso que lleva años, no será, vamos, como pulsar un interruptor y pasar de la oscuridad a la luz sino una tarea ímproba al ser el hombre, como bien se dice, un animal de costumbres… En suma mientras unos tienen que producir frutos por haber caído en tierra fértil, otros tendrán que ocuparse tenazmente en reponer la tierra… sin tiempo quizás para dar fruto el árbol de su vida. Estamos pues delante de una evidencia que debe tener su respuesta por conductos absolutamente racionales, no volubles. A todos nos deben emplazar en la misma línea de salida, nadie puede partir con ventaja en esta carrera de fondo que es la existencia.

Como el huertito de mi publicación tiene un límite de palabras, no queda otra alternativa que proseguir esta siembra de pensamientos el próximo mes. Mientras tanto permítanme una reflexión más en el corto espacio todavía a mi disposición. Muchos de ustedes rumian que la cosecha de mis elucubraciones humanistas, filosóficas, religiosas, parece un cuento de hadas, en fin que son a todas luces inverosímiles…. Pues sí, cierto, no van desencaminados, pero deben reconocer que sólo argumentos inverosímiles pueden conectar de un modo correcto con los otros elementos que conforman la vida como el cuerpo, la mente, los planetas, en fin, todo, sino pregúntenle a un médico si la confección del cuerpo no es inverosímil o a un astrólogo, el cosmos, etc. Pertenece pues mi cosecha, como ven, a recolecciones comunes, normales, hay verosimilitud en ellas,… son válidas universalmente, no olviden pues que aunque seamos terrenales somos también universales lo mismo que somos españoles y al mismo tiempo europeos. Debemos integrarnos en un Todo, de un modo u otro… ¿o prefieren quedarse solos?