No conocía a C. Tangana hasta que le vi en el programa «El Hormiguero». No sé si al madrileño le hace gracia estas apariciones, pero es lo que hay cuando tu música quiere traspasar lo underground. Sabía que fue pareja de Rosalía, pero no sabía de su música.
Me llamó la atención su personalidad. Una seguridad, y aplomo sin máscaras. Un chico normal: sin tintes de pelo, ni uñas pintadas, ni tatuajes, ni anillos, ni cadenas por collar, ni ropa extravagante o de colores chillones, ni gorras, ni sombreros, ni crucifijos, ni dientes de hierro. Pero sobre todo me llama la atención que no tenga tatuajes visibles. Entiendo que es una elección suya, sino ya se hubiera hecho más de un tatuaje cuando empezó con la música.
Me he fijado que casi todos los cantantes, sean underground, independientes o comerciales, llevan tatuajes. Y Pucho o Crema -como también le conocen y le llaman- no parece que lleve, almenos de forma visible.
También estudió la carrera de filosofía. Es decir, que terminó sus estudios universitarios. Tampoco conozco a muchos cantantes que hayan hecho una carrera universitaria. Por lo que observo en sus videoclips hay arte, hay estética, hay elegancia. No son videoclips baratos, ni rápidos. No me he parado mucho a analizar la letra de su música como lo hacen expertos y detractores. Hay algunas canciones en las que me siento identificada, otras resultan pegadizas para bailar, y otras tienen realidades que no conozco y no comparto, aunque existan. Y como siempre he dicho prefiero saber por dónde se mueve cierto público juvenil, y por qué se sienten atraídos por un artista.
Las discográficas nos acostumbran a una estética en ciertos artistas marcada por las modas o la industria de la moda y nos olvidamos de lo que escuchamos. A veces van tan cargadas y cargados de abalorios que cuesta centrarse.
Una vez en una clase práctica, en la escuela de presentadores de Jesús Hermida, nos invitaron, a una compañera y a mí, a que polemizáramos sobre la artista Lady Gaga. Independientemente de su voz, y de lo buena que puede ser musicalmente tenía a su alrededor un montaje de vestidos, pelos, uñas, una puesta en escena que para mí en su momento no dejaba descubrir simplemenete lo más importante, su voz. Escándalos como ir vestida con trozos de carne, creo que son innecesarios para brillar. Me acerqué a su trabajo en la película «A Star is Born» (2018), porque la vi natural. Será que me gusta una estética cuidada pero sin demasiados artificios, que enmascaran lo esencial.