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Conozco a un hombre que daría su vida por sus hijos, hasta por el más inútil. Y es que hay hijos que un día decidieron vivir del victimismo. Hay circunstancias que en un momento dado puede dar pie a que la persona se balancee en ser víctima y los puedes entender cuando estiras del hilo. Después cuando ya tiene una cierta edad, ya no. El hijo tiene la oportunidad siempre de empezar de cero, pero debe empezar por él, o ella misma. La actitud es muy importante.

Para criar a los hijos hay que darles herramientas para que crucen sin miedo los obstáculos que presenta la vida. Por eso es tan importante la crianza, la educación desde que nacen.

Desde el jardín de infancia ya veo qué niños serán unos ‘pupas'; qué niños serán problemáticos; qué niños serán felices siempre; qué niños tendrán una proyección, por cómo los tratan sus padres. Que hay un margen de error, sí. Que existe el factor sorpresa, también.

Siempre que tengo dudas cuando estoy criando a mis hijos, me repito «ante la duda, amor». Hay veces que vamos perdidas las madres y padres. Y en esos momentos de zozobra, cuando no sabes qué respuesta dar a tu hijo, hija ante un berrinche, mi respuesta hay que dar mucho amor: darles besos y achuchones porque eso se queda en la memoria de su cuerpo, de su piel. Y eso es lo que evitará el día de mañana que tengas un hijo dependiente, víctima, que te haga tener una vida dependiente a su sombra.

Los hijos a cualquier edad te hacen pasar por momentos duros, pero son en esos precisos momentos donde debemos estar. Y ante la duda, dar amor.

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Tenemos que verbalizar que los amamos igual cuando están contentos que cuando están con las neuronas cruzadas. ¿Es que a nosotros los adultos no nos pasa igual?

El amor todo lo puede. Es nuestro superpoder para que el día de mañana tengamos hijos que nos den paz, y tranquilidad en nuestro ocaso.

Me entristece cuando veo un hijo o una hija que ya a una edad considerable 30, 40 años en adelante no da calidad de vida a sus padres. No les da la tranquilidad, que a lo mejor esperas de un padre o madre ya abuelos.

Conozco también, por el contrario, a adultos que nunca recibieron el amor de sus padres como se merecían, y son personas que cruzaron su miedo en edad adulta y comenzaron una vida sin rencor dando sentido a la suya a través del amor. A estas personas les hago una reverencia. Tienen una fortaleza interior brutal.

No todo es blanco, ni negro en la educación, y en la crianza. Pero el amor es el que es, un superpoder al que debemos sacarle brillo.