Enfilamos los últimos días del annus horribilis con unas ganas tremendas de despedirlo, entre el caos de convivientes, allegados, número de comensales a las mesas, toques de queda y niveles de restricciones de todos los colores. Y con un rayo de luz al final del túnel en forma de vacuna. Pero inmunizar a la población, ya nos lo advierten, va a ser lento. Recuperar la vida de antes también. Mientras tanto no queda más remedio que, por parte de los ciudadanos, extremar la prudencia, y por parte de las autoridades, ser rigurosos en los controles de todo aquel que llega a nuestro territorio. Controles en cascada, que empiezan porque no sea aleatoria la petición del diagnóstico negativo a los que llegan en vuelos internacionales, sino que se exija a todos y cada uno. La Delegación del Gobierno asegura que esto se ha hecho así con los vuelos que enlazan Reino Unido y Mallorca y así debería continuar, porque de lo contrario Palma puede ser un coladero y un riesgo de expansión de nuevas cepas a las otras islas, ya que no se exige PCR negativa cuando se vuela entre los aeropuertos de la provincia.
Vía libre
Diagnóstico a tiempo para viajar
29/12/20 0:00
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