El refranero ya lo sabía, por algo afirma: «Año bisiesto, año siniestro». Sabía que en 2020 Australia sería pasto de las llamas, que con la tensión entre Estados Unidos e Irán estaríamos a punto de sufrir la tercera Guerra Mundial, que el Coronavirus sería la peor noticia que podría llegarnos de China, que a estas alturas la pandemia estaría empeorando, que el Reino Unido abandonaría la Unión Europea, que un policía blanco le pondría la rodilla en el cuello a un negro durante nueve minutos, que Puerto Rico sería sacudido por fuertes terremotos, que habría un brote de ébola en África, que se produciría una fuga de radiación en Rusia, que Trump no aceptaría la derrota ante Biden, que se iría la luz cuando yo estuviera en este punto del artículo… El refranero lo sabe todo. Y sin embargo, yo soy optimista por naturaleza y tiendo a creer que los años bisiestos siempre nos reservan algo bueno, como los años de nieves, que dicen que son años de bienes. Si hurgamos en la memoria de este annus horribilis podemos concluir que cuando menos la pandemia ha traído consigo menos contaminación, ha logrado que los canales de Venecia lucieran más transparentes, ha despertado la solidaridad de algunos grupos locales para ayudar a personas mayores, ha unido a muchas comunidades en todo el mundo para enfrentarse al virus y ha dado cierto empaque a la creatividad de cuantos nos veíamos obligados a encerrarnos en casa y a improvisar nuevos pasatiempos. En fin, quien no se consuela es porque no quiere.
Les coses senzilles
Año siniestro
28/12/20 0:51
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