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¡Advertencia queridos lectores!: que nadie, bajo ningún concepto diga eso de «qué más nos puede pasar este año». Por favor lo pido, quedan unas dos semanas para que se vaya al carajo el dichoso añito y ni de coña debemos tentar a la suerte. Porque como a alguien por despiste, o temeridad, se le ocurra pronunciar la dichosa frasecita seguro que nos cae un meteorito en el salón, nos llueven langostas hasta en la ducha, o el «preparao» nos suelta una chapa de discurso en Nochebuena más largo de los que se marcaba Fidel Castro hasta hacer bostezar a las piedras. Bastante raras y tristonas serán ya estas fechas, como para comernos un discursito real. En resumen, quitecitos al lado de la de la estufa, a ver si le pasamos desapercibidos a la mala suerte, y una buena Tramontana nos trae mejores cartas para la partida. Ahora pasemos al siguiente párrafo, ya saben, para hablar de nuestras cosas.

Pues nada, que navegando por las redes y buscando noticias, me doy de bruces con esta: «El agua ya cotiza en Wall Street». Toma ya, vaya mierda poner al agua, materia prima fundamental para la vida, al mismo nivel que el oro o el petróleo. Me acuerdo cuando estrenaron la película «Mad Max» (1979), yo tenía once añitos y unas gafas de culo de botella que flipas, algunas voces ya dijeron que las próximas guerras no sería por el petróleo, como en la película, si no por el agua, pues aquí lo tienes. Como ya dijimos en otro artículo, es increíble que veamos con naturalidad que alguien pueda comprarse un manantial para meter el agua dentro de botellas de plástico y hacer negocio con un materia prima que tendría que ser de todos. La Naturaleza nos da el agua de forma gratuita, pero los muy piratas deciden privatizarla y decir: «ahora es mía, así que si quieres beber o ducharte me pagas, eso sí, te la voy a vender en unas botellitas la mar de chulas con tapones de colores. Y si te haces ultrarunner te venderemos también unas mochilitas muy cuquis para que pongas tus botellitas y bebas a través de una pajita para no perder el tiempo mientras atraviesas el desierto del Gobi, somos así de majos».

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Sabíamos que hay diamantes de sangre provenientes de África, para que los señoros y las señoras luzcan pedruscos brillantes en los cócteles de alta sociedad. Sabíamos también que detrás de cada uno de nuestros teléfonos móviles están los muertos del Coltán, porque nos mola soltar paridas en Twiter, o enseñar nuestro postureo en Instagram desde un móvil último modelo con prestaciones que te cagas 2.0, somos así de bobos. Sabíamos, cómo no, que invadieron Irak en busca de petróleo y no en busca de armas de destrucción masiva, aunque ahora el expresidente del bigote vaya vendiéndose como un gran estadista, increíble como unos cuantos picaron, no deja de sorprenderme el nivel de ingenuidad de algunos conciudadanos. Pero ahora ya ha hablamos del agua amigo, y lo que más me jode de todo es que la cerveza es un 90 por ciento H2O, y me tocan los lúpulos tanto listillo sin escrúpulos.

Cuando los antiguos griegos no tenían claro algún tema le preguntaban al oráculo de Delfos, nosotros en cambio se lo preguntamos a Alexa que no deja de ser un óraculo moderno donde los dioses, en forma de algoritmos, nos dicen lo que más le interesa a los poderosos. Aunque también es cierto que con Alexa es con la única que podemos hablar sin mascarilla y a menos de dos metros. Qué sé yo, cada cual que busque sus fuentes que ya somos mayorcitos. Feliz jueves.

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