Los presupuestos que al fin puede presentar Pedro Sánchez desde que accedió a la Moncloa por la puerta de atrás hasta que ganó las elecciones incluyen una subida salarial del 0,9 por ciento para los 2,6 millones de funcionarios del Estado. Se trata de la misma subida para los pensionistas y la que también se han adjudicado, sorprendentemente, los integrantes del gobierno más numeroso de la nación desde la democracia, solo una semana después de que PP, Vox y Ciudadanos tumbaran el mismo incremento para diputados y senadores.
Si ese aumento para sus señorías que perciben entre 4.000 y 5.000 euros mensuales era una verguenza absoluta, como lo es el que sí se ha anotado el gobierno, en otro momento posiblemente sería una suma irrisoria para la clase funcionarial.
En 2019 los trabajadores del Estado experimentaron un aumento en sus nóminas del 2,5 por ciento y en 2018, del 1,75. El gobierno filtró la intención de congelar los sueldos pero finalmente ha satisfecho a los sindicatos que han rascado un pequeño avance en la brutal crisis económica.
Entre esos 2,6 millones de empleados públicos los hay que merecen una subida mucho mayor. No solo han mantenido su dedicación profesional durante el estado de alarma sino que han trabajado por encima de sus obligaciones.
Pero no es menos cierto que muchísimos se han pasado el confinamiento cómodamente en casa o cumpliendo turnos mínimos en horarios limitados. La mayoría de estos ni han recuperado horas ni han perdido un solo día de vacaciones. Con tanto parado, tanto ERTE y tanto autónomo a punto de caer, que haya subidas de sueldos que salen del erario público no parece justo y sí tremendamente imprudente. «Todos saldremos juntos y más fuertes de la crisis» proclamaba Sánchez en sus aburridos discursos de entonces. Él y otros seguro que sí, pero el resto...